martes, 23 de enero de 2018

Origen y decadencia de los habitantes anteriores al diluvio según John Henry Builes.

 Con respecto a todos los artículos que estamos realizando en esta página llamada “La Tercera Tierra”, hemos visto la importancia del pueblo sumerio al convertirse en el heredero de la cultura y civilización de los habitantes de la Primera Tierra, y ser el principio y la primera piedra donde se sustenta nuestra actual civilización, que podemos ser llamados los habitantes de la Segunda Tierra; de todos los hallazgos arqueológicos que prueban la existencia de Sumeria y que rompe con todos los parámetros de lo que cree la historia oficial, surgiría la pregunta: ¿quién instruyó a los sumerios para que desarrollaran toda esta cultura de un momento a otro? Y para dar respuesta, debemos pensar en los habitantes de la Primera Tierra, que vivieron antes del diluvio, y que tenían una cultura supremamente desarrollada y una tecnología de punta que supera con creces a la que actualmente han desarrollado los hombres de nuestro tiempo.

Los habitantes de antes del diluvio o de la Primera Tierra, tuvieron su inicio, cuando Dios decide actuar directamente en su creación y tomando una de las especies de primates, que los hace evolucionar hasta un punto determinado, dando inicio al hombre. El primer hombre aparece en la Tierra hace unos 24.000 años en el pasado (simbólicamente según John Henry), cuando se da la desaparición de los primates Neandertales y todas las familias de homínidos colaterales al hombre, haciendo claridad que corresponde a una fecha simbólica, que debe corresponder con el número 9, número de la humanidad, según los libros de John Henry Builes: Historia primitiva de la humanidad, el Grito de guerra del Arcángel Miguel y sobre el libro santo del Apocalipsis (12.000 años de la Primera Tierra, 12.000 años de la Segunda Tierra y 12.000 años posibles de la Tercera Tierra = 12000+12000+12000= 36000=3+6+0+0+0=9).

Dios toma una especie de primates, muy evolucionada, que podemos llamar “homo sapiens sapiens” y hace evolucionar una hembra que pueda servir de puente entre las especies, que se conocen como primates y que, en algunas pequeñas características, pareciera que precede del hombre, y dentro de esta especie de homo sapiens sapiens, hace evolucionar una hembra, que puede servir de instrumento directo, que permite la creación del hombre.

A esta hembra de la raza de los homo sapiens sapiens, se le puede llamar una hembra pre-humana, que evoluciona hasta llegar a contener una carga genética que le permita albergar al hombre en su vientre; es decir, que esta hembra pre-humana evoluciona hasta llegar a tener 47 cromosomas, un número de cromosomas intermedio entre el mundo de los animales y el mundo de los humanos. Sabemos por genética, que los animales llegan a tener hasta los 48 cromosomas y que los hombres y mujeres tenemos 23 pares de cromosomas y que sumados se producen 46 cromosomas; 23 le corresponden al padre y 23 le corresponden a la madre. 

La hembra pre-humana tiene 47 cromosomas y solo tiene dos posibilidades al ser fecundada. Que la especie que engendre en su propio interior, sea una especie de animal y más parecida a los primates que a los hombres, porque la naturaleza ha optado por dar a la nueva especie que se genera una carga genética de 48 cromosomas o que Dios intervenga para que la hembra al ser fecundada, forme una especie de 46 cromosomas y que la especie generada sea un hombre.

De lo anterior podemos decir, que el eslabón perdido de la cadena, en la “evolución del ser humano”, es la directa actuación de Dios, que utiliza a una bestia y a un completo animal para crear al ser humano.

Debemos tener en cuenta que la hembra pre-humana llega al nivel de evolución, querido por Dios y cuando la hembra se encuentra preparada, Dios crea directamente e instantáneamente y sin pasar por ningún proceso de evolución un óvulo humano y lo deposita en el útero de la hembra pre-humana y luego hace lo mismo con el espermatozoide; en un instante y sin pasar por ningún proceso evolutivo, crea directamente de sus manos un espermatozoide y fecunda el óvulo que antes había creado en el útero de la hembra pre-humana. De la anterior acción directa de Dios, debe producirse un cigoto y un posterior embrión y un feto, hasta que, a los nueve meses, la hembra pre-humana, da a luz una criatura que en el lenguaje bíblico se va a conocer como Adán.

Adán nace como un niño cualquiera, y en el parto, del primer niño de la humanidad, la hembra pre-humana es ayudada, por otra hembra, menos evolucionada en cuanto a la carga genética que ella, pero tan inteligente como los de la especie de Neandertal o del hombre de Cromañón. Es bueno recordar que estas especies de homínidos, ya tenían instrumentos que hacían de huesos o de la madera, conocían el fuego, se refugiaban en cuevas y pulían herramientas en especies de cueros, que sostenían con sus dientes y sus pies y en estas especies de cueros afilaban maderas y huesos.

Adán fue alimentado y protegido por la hembra pre-humana. Lo alimentó con leche de canguro y con miel silvestre, y con otra clase de plantas silvestres. Es bueno notar que Adán nació con los dones naturales, con los dones preternaturales y los dones sobrenaturales a plenitud, pues como nos lo asegura el Texto Sagrado, Adán fue creado desde el principio en un estado de perfección y jamás en un estado de evolución. Cuando Adán alcanzó la edad de 15 años, podría tener aproximadamente 2,5 metros de altura y su cuerpo era totalmente proporcionado y bello, como el cuerpo de los hombres más bellos que pueda encontrarse en esta Tierra; Adán también poseía una gran capacidad atlética y ningún hombre de la actualidad podría igualarlo; lo mismo podemos decir de su capacidad para realizar trabajos duros y pesados; sus sentidos se encontraban más desarrollados y poseía una inteligencia que superaba con creces al hombre con el coeficiente intelectual más alto de cualquier hombre sobre la Tierra; además, Adán gozaba de los dones preternaturales, como el poder de dominar los animales con la mente, comunicarse telepáticamente, trasportarse de un lugar a otro en un instante, etcétera. También gozaba de la justicia original y de los dones sobrenaturales que hacían que tuviera, a pesar de su materia, un contacto cercano con Dios.

Cuando Adán cumple 15 años, el Texto Sagrado de la Biblia nos dice, que fue sumergido en un sueño y que Dios tomó una costilla para crear a la primera mujer. Podemos decirlo de otro modo: Dios indujo en Adán un sueño y tomó uno de sus espermatozoides que ya se producían naturalmente y de sus manos, en un instante y de forma directa, crea un óvulo y los une en el útero de la hembra pre-humana y se inicia la vida del primer zigoto y el posterior embrión y luego el feto que culminaría en la primera mujer, que también tiene las mismas características del primer hombre: sus dones naturales, los dones preternaturales y dones sobrenaturales a plenitud. Podemos decir que cuando la primera mujer alcanza los 15 años de edad, tendría aproximadamente una estatura de 2.40 metros y era tan hermosa y su cuerpo tan proporcionado y perfecto, como las más bellas mujeres de la Tierra.

Hasta el momento todas las cosas iban muy bien, pero los problemas empezaron cuando Adán decide unirse sexualmente a la hembra pre-humana y no espera a que la primera mujer que ya se había formado en el vientre de la hembra pre-humana, creciera y alcanzara por lo menos la edad de los 15 años. Cuando la primera mujer, que es la mujer natural de Adán, tiene tan solo tres años, Adán se une sexualmente a la hembra pre-humana y de esta unión nace Caín. 

La naturaleza se inclina hacia la generación del hombre impulsada por Dios y de este modo, hemos dicho, que en cuestión de la carga genética la naturaleza podía optar por dos posibilidades: generar una especie de 48 cromosomas, produciendo un primate completamente y en pocas palabras un animal, o inclinarse por 47 cromosomas y producir una especie que sea más hombre que animal.

En el caso de Caín, la naturaleza optó por los 47 cromosomas; pero Caín nació con características de animales en todo el sentido de la palabra, no nació un hombre con las características físicas de su padre. Caín adquirió características físicas y genéticas de su padre, que era un hombre y características físicas y genéticas de su madre que era un animal o una bestia; en otras palabras, Adán aportó los 23 pares de cromosomas necesarios, para crear la carga genética de Caín y la hembra pre-humana también aportó los 23 pares de cromosomas necesarios para dar la carga genética de Caín. En este sentido podemos decir que Caín es un hombre, pero nace con características de animales.

Caín nace con el espíritu de Dios, que le comunica su padre Adán, pero nace con los instintos bestiales de los animales. Caín ya no es hermoso, como su padre Adán; tiene una menor estatura, que solo puede alcanzar la cintura de Adán; su cuerpo es sumamente peludo; no nace con los dones preternaturales y tampoco con los dones de la gracia y en los dones naturales, su padre lo superaba ampliamente; tampoco puede controlar sus pasiones y nace con los impulsos bestiales y de los animales en su propia sangre. Pero Caín tampoco es un animal completamente, como su madre; puede hablar y comunicarse por medio de la palabra con su padre; la carga genética que permitió la formación de la garganta, se asemejó más a su padre Adán y por ello podía hablar mientras que su madre no lo podía hacer. Recordemos que la madre de Caín era una hembra perteneciente a una especie diferente de la del homo sapiens, por eso en estos escritos hemos decido llamar, a la especie de la madre de Caín “homo sapiens sapiens”. En conclusión, podemos decir, que Caín recibe naturalmente parte de la carga genética de su padre y sobrenaturalmente, Dios crea un alma humana en Caín; pero también recibe la carga genética de su madre, que le hace también parecerse a los animales. En pocas palabras podemos decir, que, en Caín, la especie humana se contaminó con los genes animales.

Adán se une con su mujer, que podríamos llamar “la Eva humana”, cuando ya es una joven, y de esta unión nace Abel, que es un hijo directo de Dios, que también nace con los dones naturales, preternaturales y sobrenaturales a plenitud. Abel muere a los 3 años porque Caín lo asesina. Cuando Adán contempla a su hijo asesinado se rebela contra Dios y destierra a Caín y abandona por varios años a su esposa natural, es decir a la Eva humana; pero pasado el tiempo, pide perdón por su pecado y desobediencia y regresa y busca a su esposa y se une con ella, de cuya unión nace Set.

De estos dos hijos de Adán: de Set y de Caín, desciende toda la humanidad que actualmente conocemos, inclusive aquellos, que muchos llaman “extraterrestres e intraterrestres”. Set naturalmente, nace con los dones naturales, preternaturales y los sobrenaturales afectados por el pecado cometido por su padre Adán. En la Sagrada Escritura se van a conocer como “los hijos de Dios”, a los descendientes de Set y “los hijos de los hombres”, a los descendientes de Caín.

Dios había prohibido a estos primeros habitantes de la Tierra unirse sexualmente para procrear, entre padres e hijos; pero sí permitió en un principio la unión sexual para procrear entre los hermanos. De lo anterior podemos decir, que cundo Adán se arrepiente de su pecado después de haber jurado no engendrar más hijos para Dios; pide perdón de su pecado, luego de varios años, busca nuevamente a su mujer natural, que aquí la llamamos “la Eva humana”, para no confundirla con la Eva bestia, a quien la Sagrada Escritura, llama “la madre de todos los vivientes”. Ya hemos dicho, que la Sagrada Escritura nos relata del nacimiento de Set, que nació por los mismos tiempos en los que Abel era asesinado por Caín; años después y por decir algo, 10 años después, Adán regresa a su esposa y engendra con ella varios hijos e hijas; de los cuales la Sagrada Escritura no nos dice nada.

Set toma por esposa a una de sus hermanas, es decir que han nacido de la unión de Adán y la Eva humana, y también Caín toma a una de sus medias hermanas y la convierte en su esposa.

Es así como podemos concluir, que todos los descendientes de Set y de una de sus hermanas, la Sagrada Escritura los va a llamar: “los hijos de Dios” y los descendientes de Caín y de una de sus medias hermanas, la Sagrada Escritura los va a llamar: “los hijos de los hombres”.

Es de entender, que los hijos de Dios eran más fuertes y poderosos que los hijos de los hombres y que la Sagrada Escritura nos dice que hubo hibridación entre ambas especies de seres humanos. Nos dice el Texto Sagrado: “Los hijos de Dios vieron a las hijas de los hombres y notaron que eran agradables y las tomaron por mujeres” (Gn 6,2). De este modo se formaron tres troncos fundamentales en la raza humana: los primeros y seguramente los más poderosos de todos, eran los hijos de Dios, los segundos y menos poderosos, eran los hijos de los hombres y los terceros, eran los híbridos entre los unos y los otros.

Cabe señalar que la apariencia física de los unos y de los otros, variaba notablemente. Se podían encontrar hombres y mujeres que se asimilaban a los gigantes y también podríamos encontrar hombres y mujeres que eran muy bajos en estatura, que se asimilaban a los enanos. Los más fuertes terminan por esclavizar a los más débiles, de modo, que se fueron conformando sociedades de unos y de otros. Los hijos de Dios conformaron sus propias ciudades y los hijos de los hombres hicieron lo mismo; también surgieron ciudades de mestizos, en otras palabras, ciudades de una raza híbrida que había sido originada por las razas anteriores.

Cabe señalar que las ciudades de los hijos de Dios progresaron notablemente y en poco tiempo, porque los hijos de Dios tenían una inteligencia que aceleradamente les permitió crear una cultura compleja y sistemas políticos elaborados; lo mismo podríamos decir de la economía y la tecnología y en todos los aspectos del desarrollo humano; llegaron a desarrollar la tecnología nuclear, le microchip, el rayo láser; las naves espaciales, la electricidad y muchas otras clases de inventos tecnológicos, que por el momento, nosotros no alcanzamos a imaginar. Pero también se conformaron sociedades cerradas de hijos del hombre y algunas de estas sociedades, parecían de la Edad Media, comparados con nuestra época actual. Mientras que unos en algunas partes del planeta tenían tecnología de punta y una tecnología que el mundo actual todavía no ha logrado igualar; otros tenían vehículos de tracción animal; forjaban las espadas y los instrumentos tanto de guerra como de trabajo en un yunque y con hornos de carbón.

Con el pasar de los años los más fuertes fueron esclavizando a los más débiles, entendemos que son más fuertes aquellos que tenían una sociedad avanzada tecnológicamente; algunas sociedades de hijos de Dios también conformaron sus sociedades cerradas y demostraban sus grados de superioridad sobre los demás. El pasar de los años y cuando el tiempo ha sido demasiado largo hace que algunas huellas del pasado se vayan borrando y en algunos contextos históricos, podríamos decir, casi todas las huellas de la historia.

No se puede olvidar que las generaciones que trascurrieron entre Set y Caín, hasta el diluvio universal; se dieron en un transcurso de 12.000 años; y con el pasar de los años, muchos acontecimientos se borraron de la memoria histórica de los pueblos. El constatar que los hijos de Dios tuvieran un carácter más divino que los hijos de los hombres, era una realidad que ya se había generado en la Primera Tierra, antes del diluvio; indudablemente las razas menos desarrolladas, notaban la superioridad de las otras y de lo anterior surgía el pensamiento colectivo en estos pueblos: “estas razas que nos dominan o son hijos de los dioses o tienen algún carácter divino”.

Es evidente que en la Primera Tierra, los más superiores dominaban y en muchos momentos, podríamos decir, que esclavizaban a los más débiles. Los más fuertes, los hijos de Dios, fueron también perdiendo su carácter divino con las continuas hibridaciones con los hijos de los hombres, y progresivamente ya en muchos de ellos, ya no tenían rastros de dones sobrenaturales, los dones preternaturales, se encontraban tremendamente afectados y los dones naturales también. En pocas palabras los hijos de Dios habían perdido belleza y eficiencia y habían llegado a un alto grado de corrupción; tanto habían perdido el espíritu divino que Dios llegó a decirnos en el libro santo del Génesis: “No son más que pura carne”; y Platón nos relata de los antiguos atlantes, que habían perdido lo más bello entre ellos y el espíritu divino.

Los habitantes de la Primera Tierra comenzaron por sentirse "dioses" y se llenaron de orgullo por todo lo que habían podido lograr, se enorgullecieron de sus progresos, pero querían mucho más: querían más poder y una vida al margen del verdadero Dios; una vida donde no existieran límites morales, una vida de riquezas y abundancia, una vida donde la caridad para con Dios y los demás se había enfriado definitivamente.

Siempre hay un espíritu perverso que tienta al hombre a tomar caminos equivocados con la tentación del paraíso y del Jardín del Edén: “Seréis como dioses”, “No moriréis”, “Conoceréis el bien y el mal” (Gn 3,4-5). Las tentaciones del hombre de la Primera Tierra y las tentaciones del hombre de la Segunda Tierra. El hombre quiere más y siente que no lo puede lograr por sus propias fuerzas y recurre a quien aparentemente ofrece ayudarlo, pero a cambio de un gran precio. El demonio es como aquel negociante mentiroso, que le dice a las personas: “yo te presto y te daré muchos beneficios con este préstamo”, pero con engaños, al final deja a las personas sin nada. Los hombres y mujeres de la Primera Tierra han sido engañados y los de la Segunda Tierra también están siendo engañados y lo más terrible es que cae toda la humanidad por un abismo profundo, y parece que muy pocos se dan cuenta de la tragedia.

Los habitantes de la Segunda Tierra no han sido menos peores que los de la Primera Tierra. Los habitantes de este planeta, que vivieron antes del diluvio, conocían la clonación de los seres humanos y habían logrado crear ejércitos de gigantes de más de cinco metros para la guerra; abortaban los niños, asesinaban las personas, practicaban el homosexualismo, el satanismo y la brujería, (es solo recordar que una de las hijas del rey Atlas, era bruja y se llamaba Calipso); los habitantes de la Primera Tierra oprimían a los débiles y se hacían adorar como dioses, algo parecido sucede en la actualidad; en conclusión podemos decir, que los habitantes de antes del diluvio se encontraban tan corrompidos como se encuentra la humanidad de la actualidad.

Lo más curioso de todo es que los habitantes de la Primera Tierra o antes del diluvio, presentían que podía presentarse un desastre, pero no tomaron las cosas con demasiada seriedad. Un ejemplo de esto nos lo da Noé, quien trató de advertir sobre el diluvio universal y las personas no le creyeron, sino hasta que llegó el diluvio. En la antigüedad, como hoy, había muchas personas tan distraídas en el confort y tan entretenidas con las cosas del mundo, que no hay tiempo para pensar en nada trágico y lo que importa es seguir divirtiéndose y no hacer caso a esos profetas apocalípticos o profetas de tragedias, que no dicen sino tonterías.

Esta fue una tragedia que no se podrá evitar y lo mismo que les pasó a los habitantes de la Primera Tierra, nos pasará a los habitantes de la Segunda Tierra. Los primeros fueron castigados con agua y los segundos serán castigados con fuego; todas las profecías apuntan a lo mismo, empezando por las profecías, de los antiguos sacerdotes de la ciudad de Heliópolis en Egipto. 

Se produjo el diluvio universal y como nos dice Platón, en una sola noche, toda la Atlántida fue borrada del mapa. El diluvio universal, no sólo desapareció a la antigua Atlántida, sino a otras civilizaciones similares y otras civilizaciones que no habían alcanzado su nivel de desarrollo tecnológico y cultural.

La Sagrada Escritura nos relata que Noé, ya había sido advertido del diluvio universal, por lo que Dios le manda construir un arca con dimensiones precisas para refugiarse, tanto él como su familia y algunas especies de animales; en el poema babilónico del Gilgamesh, tenemos otro relato parecido que nos narra lo mismo.

Antes de llegar el diluvio, solo algunas personas diferentes a Noé, pudieron sobrevivir a la gran conflagración mundial. Es de suponer que algunos pudieron escapar con sus naves espaciales a algún lugar en el espacio exterior cercano a nuestro Sistema Solar, y otros, con especies de submarinos o tecnología parecida pudieron escapar y refugiarse en el centro de la Tierra.

De las anteriores civilizaciones anti-diluvinas tenemos a Lemuria y la Atlántida, los hiperbóreos, Agartha, etc. En las costas cercanas a Japón se han encontrado construcciones debajo del agua, que corresponden a la antigua Lemuria y en el océano Atlántico se encuentran los restos de lo que alguna vez fue la civilización de los Atlantes.

Después del diluvio algunas de estas antiguas civilizaciones prevalecieron agrupándose en sociedades en el interior del planeta y otros prevalecieron en otros lugares del Sistema Solar y fuera de él. En conclusión, no se puede decir que existan otras razas de seres inteligentes diferentes a los humanos que se hayan generado en algún planeta de la galaxia. Lo que sí podemos decir, es que existen personas que son tomados por muchos como los intra-terrestres y por extra-terrestres, como seres de otro planeta, que no tienen nada que ver con nuestra historia. Todos los seres inteligentes que existen hasta el momento, todos tenemos un pasado común y un mismo origen y no se puede asegurar bajo ningún punto de vista, que seres de otros planetas hayan tenido que ver con el origen del ser humano tal como lo conocemos en la actualidad.

De todo lo anterior podemos decir, que han surgido tres clases de civilizaciones: la primera tiene que ver con los extraterrestres, que no son más que una especie de seres humanos que luego del diluvio se establecieron en otros planetas; la segunda civilización son otra especie de seres humanos que luego del diluvio o antes se establecieron en el interior del planeta; y la tercera civilización, somos las personas que actualmente habitamos la superficie del planeta y que todos conocemos, porque es la nuestra.

Nuestra civilización, los que habitamos la superficie del planeta, es descendiente de Noé, a través de sus tres hijos: Cam, Jafet y Sem. De los tres hijos de Noé, desciende la humanidad de la superficie del planeta tal como la conocemos. Las tres razas principales de la humanidad, se desprenden cada una de los hijos de Noé. Uno de los hijos de Noé generó la raza aria, otro hijo generó la raza negra y el tercero generó la raza amarilla; el resto de las razas que existen en la humanidad es una combinación de las anteriores. Tenemos que decir también que la humanidad que actualmente habita la superficie del planeta, desciende, de un hijo de Dios y de una mujer híbrida, es decir, Noé era un hijo de Dios sin hibridación y la esposa de Noé es una mujer hibridada entre los hijos de Dios y los hijos de los hombres. En pocas palabras podemos decir, que tanto el linaje de Set y el de Caín siguen subsistiendo en la humanidad actual. 

De los tres grupos de la humanidad que tomaron caminos diferentes, los más prolíferos de todos somos los que vivimos en la superficie de la Tierra y seremos los que más influencia tendremos en el acontecer de la historia. La historia central se desarrolla con los humanos de la superficie, es la Tierra media, entre algunos que viven abajo y otros que viven arriba.

Las anteriores son ideas tomadas del libro de John Henry Builes: “Historia primitiva de la humanidad”, donde el autor presenta el origen del hombre de una manera nueva y explica claramente quienes son los “hijos de Dios” y los “hijos de los hombres”, que aparecen en la Biblia cristiana y que fueron dos clases de razas de hombres, que dieron origen a la humanidad antediluviana, de la cual nuestra humanidad también es heredera.


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