Las civilizaciones posteriores
al diluvio que se empezaron a conformar en la superficie de la Tierra y que
descendieron directamente de los tres hijos de Noé, empezaron sus agrupamientos
sociales de forma rudimentaria. Conservaron algunos adelantos tecnológicos de
los habitantes de la Primera Tierra, como la domesticación de algunas plantas,
el trigo, la cebada, el millo, las uvas, etcétera; y también algunos animales
como los perros, las ovejas, y otras clases de animales. Se conservaron algunas
técnicas de construcción de viviendas de forma rudimentaria, especialmente
hechas con los recursos de la naturaleza, como las piedras; también se conservó
el ladrillo, invención de los de la Primera Tierra; en las construcciones se
utilizaba barro mezclado con estiércol de vaca o de caballo; se hacían gruesas
paredes de tierra y piedra; se hacían techos de madera y de paja, etcétera;
pero se dejaron de lado las industrias de los cristales, de las fuentes de
energía eléctrica, de los vehículos voladores, de los submarinos y todo lo que
implicara tecnología, pues se consideraban como causas del diluvio universal y
como consecuencia, la perdición del hombre.
La Biblia Cristiana es enfática
en reiterar, que cuando el hombre progresa técnicamente, declina en su moralidad
y en su ética; se convierte en un hombre más avanzado tecnológicamente, pero
menos humano y más destructivo. Los habitantes de la Primera Tierra,
simplemente olvidaron la tecnología de la Primera Tierra y no hicieron el
esfuerzo, por agruparse de nuevo y crear y consolidar nuevos centros que
permitieran la continuación de la tecnología de la Primera Tierra. A Noé y sus
hijos ya no les interesó la tecnología de los habitantes de antes del diluvio y
todo eso lo veían como un signo de muerte
y de degeneración del ser humano, de modo que fue algo que borraron de
su memoria histórica y no lo trasmitieron a las generaciones futuras; los
descendientes de los tres hijos de Noé, Cam, Jafet y Sem, se dedicaron a ser
simples campesinos y pastores sencillos, con métodos rudimentarios que habían
conservado de la Primera Tierra como el arado y el yugo, para arar la tierra.
En la superficie de la Tierra toda la tecnología se perdió con Noé y sus hijos,
pues estos, no enseñaron nada de estas cosas a las generaciones futuras, por
considerar que la tecnología era algo malo para el ser humano y que lo degrada
moralmente. Esta es una idea transversal en todo el Antiguo Testamento y que
solo se interrumpe con Nuestro Señor Jesucristo, quien no habla ni a favor ni
en contra de la tecnología humana.
Cinco mil años pudieron pasar
desde el diluvio universal hasta que algo inesperado sucediera con pueblos
sencillos y posiblemente sin ninguna cultura importante y sin bases sólidas
para instaurar una civilización que se perpetuara a través de los siglos; sencillos
agricultores y pastores descendientes directos de Noé y de sus hijos, fueron
visitados por los dioses del cielo.
Los dioses del cielo no son
descendientes de Noé y por lo tanto no tienen gran similitud física con los
descendientes de Cam Jafet y Sem, que fueron los padres de la humanidad, que
conocemos en la superficie de la Tierra. Los habitantes de la superficie de la Tierra,
descendemos de un hijo de Dios, que era Noé y de una mujer híbrida entre los
hijos de Dios y los hijos de los hombres, que era la mujer de Noé; de esta
unión nació Cam, Jafet y Sem.
Los dioses del cielo o los anunnaki,
son habitantes de la Primera Tierra que no descienden de Noé, de quien
desciende la raza amarilla, la raza negra y la raza aria y las posteriores
razas de seres humanos que se desprenden de estas tres primeras. Estos
descendientes de Adán, se fueron de la Tierra antes del diluvio y establecieron
una civilización posiblemente en un planeta fuera del Sistema Solar y luego de
más de 5.000 años de haberse
ido de la Tierra, regresaron a la región de Mesopotamia y fundaron lo que hoy
conocemos como los antiguos sumerios, a partir de unos pueblos con una escasa
civilización y escasa cultura. Los habitantes de la Primera Tierra, se hicieron
pasar por dioses, cuando nuevamente trajeron su avanzada tecnología y se la
enseñaron a una comunidad específica de seres humanos, que se habían alejado de
toda la ciencia y tecnología de la Primera Tierra.
Lo mismo sucedió con los
intra-terrestres, algunas personas de la Primera Tierra se refugiaron en el
interior del planeta y allí conformaron sus propias civilizaciones y
sociedades; lógicamente estos intra-terrestres, aunque comparten nuestro mismo
código genético, porque todos tenemos un mismo origen, no necesariamente son
parecidos morfológicamente a los habitantes de la Tierra. Los intra-terrestres
pueden tener otro color de piel, pueden tener un solo pulmón, y otras
diferencias; pero también tienen cosas similares a los habitantes de la
superficie de la Tierra, como: sangre, sistema inmunológico parecido, algunos
de ellos pueden tener nuestra estatura, etcétera.
En cuanto a los extraterrestres
que también comparten nuestro mismo código genético, porque tienen el mismo
origen que los habitantes de la superficie de la Tierra, pueden tener una
estatura de dos a tres metros (Adán tenía aproximadamente 2,50 de estatura);
las orejas pueden ser como de elfo y así sucesivamente; pero en conclusión, aunque los habitantes del interior
de la Tierra, los de la superficie de la Tierra y los del exterior de la Tierra,
tengamos algunas características morfológicas u orgánicas diferentes, por las
condiciones del medio en las que se debe vivir y por las hibridaciones
producidas en la Primera Tierra; al final siempre seremos los mismos seres
humanos, que tenemos todos un origen común y que todos somos hijos de Dios y
que también tenemos todos un alma inmortal, un espíritu inmortal y un cuerpo
corporal, material y corruptible, que cuando sea espiritualizado después de la
muerte también será inmortal. Esto quiere decir, que todos los seres humanos,
tanto del interior de la Tierra, como de la superficie de la Tierra y como del
exterior de la Tierra deberán morir y presentarse a juicio delante de Dios.
Algunos habitantes de la Primera
Tierra, unos siglos después del diluvio universal decidieron regresar a la Tierra;
dispusieron enumerar al planeta Tierra desde su nuevo hogar como el séptimo
planeta del Sistema Solar; pero no solamente contaron numéricamente hasta la Tierra,
sino que siguieron hasta Venus que siempre en la antigüedad fue identificado
como una deidad femenina, y seguramente hasta Mercurio.
En los escritos sumerios
existen evidencias de que Venus era representado como una estrella de ocho
puntas. Si contamos desde el exterior del Sistema Solar, Venus es el octavo
planeta y los sumerios lo asociaban con la diosa Ishtar. Algunos sellos
cilíndricos encontrados nos muestran a Marte como el sexto planeta, que aparece
simbolizado como una estrella de seis puntas y que originalmente se identificó
con el dios Nergal y posteriormente con el dios Nabu, sentado en un trono bajo
una estrella de seis puntas. Otros sellos cilíndricos también nos representan el
Sol, la Luna y la cruz, símbolo del punto de cruce del doceavo planeta. En
otras inscripciones se puede notar como el dios Ninurta, estaba asociado con el
cuarto planeta, que es Saturno.
En los registros babilónicos,
que realmente hacen referencia a la antigua Sumeria, se acostumbraba celebrar
con mucha rigurosidad, las fiestas de los primeros doce días del año. En los
once primeros días de celebración los once primeros dioses que pertenecían al
panteón sumerio, y posteriores panteones de civilizaciones posteriores se unían
a Marduk, según un orden prescrito; pero el duodécimo día, todos los dioses
regresaban a su morada original y el dios Marduk se quedaba solo, pero con un
gran esplendor. Los estudiosos han comparado esto, con los once cuerpos
celestes del Sistema Solar y la visita al Sistema Solar del doceavo planeta que
se llama según los babilonios Marduk. De modo, que estas celebraciones del año
nuevo, se encontraban representado la aparición del planeta Nebiru u duodécimo
planeta en el Sistema Solar.
En los primeros cuatro días se representaba el
recorrido del planeta por las órbitas de Plutón, Neptuno, Urano y Saturno; luego
entre el quinto y sexto día se representaba el recorrido del planeta, por la
órbita de Iku, quien era Júpiter y cuando el planeta celeste llamado Marduk,
por los antiguos babilonios, se acercaba al lugar donde uno de los satélites
del planeta había impactado a Tiamat, partiéndolo por la mitad y originado la Tierra,
que se conocía como el lugar de la batalla, el sacerdote babilonio empezaba a
recitar la epopeya de la creación o relato de la batalla celeste entre Marduk y
los dioses del cielo.
Cuando el Planeta Nebiru o
Marduk, se encontraba en este cruce de órbita, las personas pasaban la noche en
vela y al quinto o sexto día se proclamaba a Marduk, como el Señor de los
cielos y el supremo dios de los once dioses del cielo restantes. Durante ese
mismo día, el dios Nabu, que era un hijo heredero de Marduk según el panteón
babilónico, llegaba en barco desde el cielo a la ciudad de culto Borsippa, pero
solo podía entrar en el templo del culto al sexto día, y entonces Nabu era
considerado uno de los doce dioses del Panteón babilónico y el planeta asignado
a este dios era Marte, el sexto planeta por los sumerios.
Durante los seis primeros días
también se había creado el cinturón de asteroides y también la Tierra. El
séptimo día, era considerado de fiesta y la atención se centraba sobre la Tierra.
Se cree que dentro de los rituales de la fiesta, los dioses dirigidos por el
dios Nabu, promulgaba la liberación de Marduk de las montañas inferiores.
En el octavo día se celebraba
la victoria de Marduk, que recibía todos los poderes de los restantes once
dioses y en el noveno día el rey de la ciudad de las celebraciones y acompañado
de la gente celebraban que Marduk se encontraba en algún lugar de las afueras y
en el último día de la celebración, que generalmente podía ser el décimo día,
se celebraba que Marduk se alejaba y cada dios volvía a su morada, dando por
finalizada las fiestas y celebraciones.
Lo esencial de esta celebración
consistía en una procesión en la que el dios reinante, dejaba su morada y su
templo, e iba atravesando varias estaciones, hasta un lugar fuera de la ciudad.
En las afueras de la ciudad se encontraba el templo o casa de Akiti, donde el
dios permanecía simbólicamente por un tiempo y había llegado a este sitio en su
barco divino, luego volvía a la ciudad en el mismo barco y desandaba el
recorrido, daba vuelta al templo en medio del regocijo del rey y del pueblo.
El término Akiti significa
literalmente “fundar la vida en la Tierra”, por lo que muchos investigadores,
han identificado esta procesión simbólica, con el primer viaje que realizaron
los anunnaki desde su planeta Nebiru hasta la Tierra.
La primera estación por donde
pasa Marduk se llamaba: “casa de las aguas brillantes”; la segunda estación: “donde
el campo se separa”; la tercera estación: “el señor del fuego derramado”; la
cuarta estación: “lugar santo de los destinos”, y aquí Marduk recibía el nombre
del Señor de las tormentas de An y Ki, la quinta estación se llamaba “lugar
donde la calzada se hacía clara” y Marduk asumía el título de doce y se
identificaba con la palabra “pastor”; la sexta estación recibía el nombre de “la
nave del viajero” y Marduk también recibía el nombre de “la puerta señalada”;
la séptima estación era Bit Akitu, que significa “casa de la fundación de la
vida sobre la Tierra” y Marduk tomaba el título de “dios del descanso”.
Estas siete estaciones de
Marduk en la opinión de muchos investigadores, representaba el viaje desde el
Planeta Nebiru de los anunnaki a la Tierra; de modo que la primera estación
representaba el paso por Plutón; la segunda estación era el paso por la órbita
del planeta Neptuno; la tercera estación era el paso por el planeta Urano; la
cuarta estación era el paso por la órbita del planeta Saturno, la quinta
estación era el paso por la órbita del planeta Júpiter; la sexta estación era
el paso por la órbita del planeta Marte y la séptima estación era el viaje
final y la casa del descanso y era la llegada a la Tierra.
El primer planeta con el que se
encuentran los anunnki al llegar a nuestro Sistema Solar es Plutón y que en las
listas mesopotámicas se llama Shupa, el
planeta que vigila la aproximación al Sistema Solar. Según los expertos en el
tema, los anunnaki solo podían llegar a la Tierra, si las naves espaciales
despegaban de Nebiru antes de que el planeta se adentrara en el Sistema Solar;
de modo que los anunnaki entraban al Sistema Solar en su propio planeta y en las
naves espaciales que habían despegado de este y que debían navegar desde antes
del Sistema Solar y adentrase en él, desde Plutón hasta llegar a la Tierra.
El siguiente planeta después de
Shupa, era Iru, que significaba “curva” o “rojizo” y era Neptuno; en otra lista
se nombra a este planeta como Humba que
significa “vegetación de tierras cenagosas”; el siguiente planeta lo llamaban
Kakkab Shanamma, que significa “planeta que se encuentra repetido o que es
doble”, pues Urano es el hermano gemelo de Neptuno, tanto en tamaño como en
apariencia, en otra lista se llama a Urano
Entimash, que significa “planeta de abundante vida verdosa”.
Luego seguía Saturno, que es un
planeta diez veces más grande que la Tierra, que se distingue por sus anillos
que se extienden más de dos veces el diámetro del planeta. Es un planeta que
tiene una tremenda atracción gravitatoria y estos anillos de Saturno
representaban muchos peligros para los anunnaki y sus naves espaciales. En la
antigüedad a Saturno se le conoció con muchos nombres; como Targallu, “el gran
destructor”; Kaksidi, “arma de justicia” y Simutu, “aquel que por justicia mata”.
En los textos de los sumerios se hace referencia cuando una nave espacial de
los anunnaki entra en las órbitas del planeta Saturno y es destruida una nave anunnaki,
con cincuenta tripulantes, no se sabe cuáles fueron las causas del incidente;
lo cierto es que los anunnaki, sentían gran alivio cuando cruzaban la órbita
del planeta y contemplaban Júpiter a quien llamaban Barbaru, que significa “el
brillante” o también Sibzianna; luego debían aproximarse a Marte y el paso
peligroso por el cinturón de asteroides, donde posiblemente los anunnaki se
ponían, sus mes, es decir, sus trajes
espaciales; Marte recibía el nombre de Utukagaba o también Shelibbu, es decir, “uno
que se encuentra cerca del centro”; cerca del centro del Sistema Solar.
Posiblemente la nave espacial
al pasar por Marte establecía comunicación permanente con el control de la
misión en la Tierra y luego llegaban a la Tierra, que era llamada Shugi, que
quiere decir “buen lugar de descanso” y también puede ser Shibu, que significa “el
séptimo”. Enlil quien era conocido como el
Señor de las montañas, también era asimilado con el planeta Shugi, es decir
el séptimo planeta que es la Tierra.
Luego que Enki ha trabajado
fuertemente en la Tierra en la construcción de canales y otras obras de ingeniería,
aterriza en la Tierra su hermano Enlil, quien asume el mando de la misión y se
convierte en “el señor de la tierra”. Los textos sumerios nos dicen que cuando
Enlil llegó a la Tierra, se dividieron los poderes y el dominio de las cosas.
Se acordó que Anu, permanecería en los cielos y gobernaría el planeta de
Nebiru; Enlil, sería el señor de las tierras
superiores y de la atmósfera y Enki sería el señor de las tierras acuosas; identificado estos personajes, con
la mitología griega, tenemos que Enlil, era Zeus y Enki era Poseidón, el señor de los océanos.
Los textos sumerios también nos
describen la visita que hizo Inanna/Ishtar, al mundo inferior para visitar a su
hermana Ereshkigal “la señora del mundo
inferior”; en el relato se nos dice que Ishtar, tuvo que atravesar siete
puertas y muchas barreras de seguridad hasta llegar donde se encontraba su
hermana, los textos nos dicen que cuando su hermana Ereshkigal, se encontró
frente a Ishtar, estalló en cólera,
aunque Ishtar ya esperaba este recibimiento, pues había notificado a las
divinidades principales, que fuera rescatada en caso de ser hecha prisionera
por su hermana; debía haber una causa para que su hermana se encontrara tan
enojada.
El esposo de Ereshkigal, era el señor del mundo inferior, o mejor conocido
como Nergal. Todo el relato comienza en unas tablillas encontradas de la lengua
sumeria en la cual hay varias versiones, pero en una de ellas, se nos dice, que
los dioses realizaron un banquete en los cielos, pero no en el planeta Nebiru,
sino en una posible nave espacial, que sería una nave nodriza. Por algún motivo
Ereshkigal, no pudo ascender y reunirse con los otros supuestos dioses y envió
un mensajero, que se llamaba Namtar, a la asamblea de los dioses y dice el
texto que todos los dioses se levantaron para darle la bienvenida al mensajero,
excepto un dios calvo, que se encontraba sentado en la parte de atrás; luego de
esto el mensajero volvió al mundo inferior y dio cuenta a Ershkigal de lo
sucedido y los dioses menores que también se encontraban con ella, se sintieron
ofendidos al escuchar el relato de su mensajero y exigieron que se les enviara
el ofensor para ser castigado.
El ofensor no era más que
Nergal, el hijo de Enki, quien fue severamente reprendido por su padre y con
una serie de consejos fue mandado a la puerta del mensajero Namtar, quien lo
condujo hasta Ereshkigal, quien fue
sometido a varias pruebas y luego de siete días de tener relaciones sexuales
con ella, en el consejo de los dioses se había disparado la alarma por la desaparición
de Nergal y este le pide a Ereshkigal, que lo deje regresar a la asamblea de
los dioses, con la promesa de regresar; pero como Nergal no regresaba,
Ereshkigal, volvió a mandar a su mensajero Namtar ante Anu que acusara a Nergal
de no tener intenciones de regresar; pero sin tener la idea de casarse Nergal
organizó una expedición militar y asaltó las puertas de Ereshkigal, con la
intención de cortarle la cabeza a esta mujer; pero luego Ereshkigal, lo
convenció para que fuera su esposo y de esta manera termino siendo Nergal señor del mundo inferior.
Este mundo inferior que es
presentado en muchas mitologías como el lugar de los muertos, no era tal lugar,
sino un lugar donde los dioses podían entrar y salir libremente; era un lugar
importante que se encontraba bajo el dominio de una nieta de Enlil y un hijo de
Enki. Es posible que fuera un lugar de difícil acceso y una zona restringida,
pero muchos supuestos dioses fueron y salieron ahí. En este lugar fue
desterrado Abzu por un tiempo después de violar a Ninlil.
El mundo inferior no era
oscuro, ni adverso, sino al contrario, era una tierra llena de luz y riquezas
que eran poca cosa para Enki. Los textos sumerios nos dicen que esta tierra
subterránea se encontraba situada al oeste y al sur de Sumeria; viajando en un
barco unos 5.000
kilómetros
en esta dirección, desde el Golfo Pérsico, llegaríamos a las costas del sur de
África.
La tierra descrita se conocía
con el nombre de Arali, que se encontraba en el extremo sur de África, a
diferencia de la tierra del mundo superior que se encontraba en el extremo
norte y también donde se encontraba Sumeria.
Algunos himnos Mesopotámicos,
ensalzaban a Enki, como “el señor de la
sabiduría” o como el Bel Nimiki, pero que otros dicen que la traducción más
correcta es “señor de la minería”; de
este modo como existía una tablilla de los destinos en la ciudad de Nippur,
para controlar la navegación aérea entre la Tierra y el planeta Nebiru, también
existía una tablilla de la minería, que era como un banco de datos sobre las
operaciones mineras de los anunnaki.
Enki tenía un hijo que en el
mundo inferior se dedicaba al juego y la fundición y se llamaba Gibil, que
significa “el que quema el suelo”; es decir, era un herrero que era
representado como un dios joven, de cuyos hombros se emiten rayos rojos y
calientes, como especie de chispas de fuego; de modo, que podemos ver que Enki
enseñó a su hijo Gibil las técnicas de la minería.
El mineral que extraían los anunnaki
en el sur de África, era oro, plata o cobre, que trasportaban en barcos hasta
Mesopotamia y dicho barco recibía el nombre de Magururnuabzu, que quiere decir,
“barco para el mineral del mundo inferior”; el mineral era llevado exactamente
a la ciudad de Ba-tibiria, que significa “la fundación de metalurgia”. A este
lugar llegaban los lingotes de oro y de otros metales, que son muy buenos
conductores eléctricos, como la plata y el cobre. En varias excavaciones del
oriente próximo se han encontrado lingotes, como existen hoy en día, pero con
un orificio en el centro, supuestamente para ser ensartados en una especie de
vara o varilla; los lingotes se han encontrado con pictogramas sumerios.
El sur de África fue conocido
por los sumerios como “la tierra de las
minas” o “el lugar de las vetas
brillantes” entre otros. En una de las inscripciones sumerias que hace
referencia a la diosa Inanna, se refiere a este lugar, como la tierra que se
encuentra en el hemisferio sur y la tierra del metal precioso que está cubierto
por el suelo, es decir, que se encuentra bajo la tierra.
Los textos mesopotámicos hablan
de la tierra de las minas como un lugar montañoso, con mesetas y llanuras
cubiertas de hierbas y con exuberante vegetación. En los textos sumerios se nos
dice que la capital de la reina Ereshkigal se encontraba en el pecho de las
montañas, que se conoce como Gabkurra.
Es evidente que la morada de
Ereshkigal, fuera de ser un centro minero, también era un lugar confortable,
que se encontraba en el interior de la Tierra. Lo que puede impactar a muchos
es que en centro de la Tierra puedan existir grandes ríos navegables, así como
vegetación y muchas variedades de animales.
Es evidente que si los anunnaki podían hacer
un viaje interplanetario, también debían tener una gran tecnología que les
permitiera navegar a grandes velocidades por el mar y por los ríos. En el
relato sumerio de Enlil y Ninlil, se nos dice que Enlil, fue enviado en exilio
al mundo inferior y que cuando llegó al sitio interior de la Tierra fue
trasportado en barco por un ancho río. En un relato babilónico que trata de los
orígenes de la humanidad, se le da a este gran río en el interior de la Tierra
el nombre de río Habur o el río de los peces
y de los pájaros y otros textos sumerios le dan el nombre a aquella región
como Ereshkigal o también como el país de la pradera de Habur.
África tiene cuatro grandes
ríos, el primero es el Nilo que fluye hacia el Norte del continente, hasta
llegar al mar Mediterráneo; el segundo es el Congo; el tercero es el Niger que
desemboca en el Océano Atlántico por el oeste y el cuarto es el Zambeze, que
viene desde el centro de África y haciendo un semicírculo desemboca en la costa
oriental del continente y este último, se interna en la tierra en algunos
puntos. ¿Cabría la posibilidad, que este río fuera el río de los peces y los
pájaros del mundo inferior, descrito por los sumerios?
Una multinacional llamada “la
corporación angloamericana”, utilizó moderna maquinaria para explorar estos
lugares y Adrian Bossheir y Peter Beaumont en la revista “Óptima” aseguran que
en estos lugares se encontraron capas antiguas de actividad minera
pre-histórica y restos humanos. La datación del carbono catorce de la Universidad
de Yale en Estados Unidos y de la Universidad de Groningen en Holanda,
establecieron la edad de estos objetos hallados entre un rango de 2.000 y 7.690 años a.C.
Ante la novedad de los
hallazgos, se amplió el equipo de arqueólogos y su área de trabajo. En un
despeñadero de escabrosas vertientes del pico de León, encontraron una losa con
más de cinco toneladas impidiendo el acceso a una caverna; donde los objetos encontrados
en el interior con la datación del carbono arrojaron una antigüedad de 20.000 años y 26.000 años; siguieron
las excavaciones y enviaron una muestra al laboratorio de Groningen en Alemania
y la datación del carbono arrojó una antigüedad de 41.250 años a.C. aproximadamente.
Los científicos sudafricanos,
se pusieron a estudiar, lugares mineros
al sur de Swazilandia y en el interior de las cavernas encontraron
ramitas, hojas, pieles, hierbas, que habían servido de dormitorio o de colchón
para alguien que se dedicaba a la minería. En estos lugares encontraron huesos,
cortados muy precisamente, con una antigüedad de 35.000
años,
lo que revela que había posibilidad de cortar, con objetos corto-punzantes en
una época tan remota y aseguran que algunos restos se remontaron a una
antigüedad de 50.000 años a.C.
Los anunnaki tenían gran
necesidad del oro, porque según lo que se puede interpretar de los escritos
sumerios, la atmósfera de su planeta agonizaba y por lo tanto necesitaban
pulverizarlo en la atmosfera de su planeta, para que los rayos del Sol fueran
reflejados y se pudiera mantener controlado el fenómeno invernadero en el
planeta, de modo que se pudiera mantener una temperatura ideal que permitiera
la vida; aunque algunos teóricos de la conspiración han puesto en duda algunas
ideas de Zecharia Sitchin y se fundamentan en el otro sumeriólogo Samuel Noah Kramer
quien no dice nada al respecto de la extracción del oro, e interpretan esto, como
una manipulación en la traducción de los textos sumerios de parte de
Zecharia Stchin.
El oro, la plata y el cobre son
metales que son muy buenos conductores de electricidad y son de la misma
familia en la tabla periódica debido a su peso y numero atómico; son metales
que tiene propiedades cristalográficas, químicas y físicas similares; son
metales maleables y dúctiles, y son muy buenos conductores de calor. El mejor
de todos es el oro.
Según los escritos sumerios,
los dioses siempre exigían que se les sirvieran los alimentos en bandejas de
oro y el agua como el vino en vasos de oro y que se les hicieran vestiduras
doradas y con hilos de oro. Los anunnaki, hombres de la primera humanidad,
debieron regresar a la Tierra en busca de oro, para poder proteger la atmosfera
de su planeta; pero además también explotaron otros metales para su industria
como el platino, que es muy abundante en el sur de África y que potencia las
pilas de combustible de forma extraordinaria; es posible que también explotaran
materiales radiactivos como el uranio y el cobalto que se encuentra en las
profundidades de la Tierra.
A este trabajo se dedicó Enki
en el sur de África cuando llegó a la Tierra, con sus hombres. Los textos
sumerios nos dan razón que los dioses anunnaki hacían trabajos tanto en las
ciudades, como en las minas y de este modo, paulatinamente fueron colonizando
la Tierra. En los textos se revela que 300 anunnaki del cielo o Igigi, que eran astronautas que se
encontraban orbitando la Tierra sin aterrizar en ella.
Es muy posible, que a la Tierra
llegaron varios grupos de 50 anunnakis, encabezados por Enki y casi todos ellos
debían dedicarse al trabajo de las minas. Con el pasar del tiempo el flujo de anunnakis,
que llegaba a la Tierra y luego los que ascendían a los cielos para regresar a
su planeta de origen fue mucho mayor; pero con el tiempo se fue aumentando el número
de anunnakis, que permanecían constantemente en la Tierra en el trabajo de las
minas, creciendo el número de moradores permanentes de la Tierra, de unos 50 a
unos 600 anunnakis.
Indudablemente era un pequeño
número de trabajadores que se dedicaban a la minería, pero lo hacían con una
alta tecnología. Es posible que el primer intento de extraer oro, lo hicieran,
obteniendo los minerales que se encuentran diluidos en las aguas marinas, pues
se sabe que ahí hay oro diluido y es posible que bajaran a los lechos marinos a
buscar el mineral, en forma de nódulos del tamaño de una ciruela, que se
encuentra en las grandes profundidades del mar. Ya hemos visto que los anunnaki,
no tenían ningún problema para sumergirse en las aguas marinas, pues utilizaban
especies de submarinos que llamaban Elippu
tibi, que significa “barco hundido” y hemos visto también a los hombres pez
que se encuentran asociados con Enki; pero es posible que hayan fracasado en
esta manera de obtener el oro, por lo que se fueron a las minas del sur de
África a extraer tan preciado mineral.
En muchos de los cilindros
encontrados en la antigua Sumeria, se ven representaciones, donde se puede
identificar los dioses trabajando en minas o en pozos mineros; en una de ellas
se ve a Enki, en el mismo lugar donde se encuentra Gibil y donde hay otro
personaje agachado trabando.
Según nos desvelan los textos
babilónicos y sumerios, los hombres tanto jóvenes como viejos, eran condenados
a trabajar en el mundo inferior. Trabajando en el interior y comiendo tierra,
se encontraban condenados a nunca volver a su hogar; de este modo, la palabra
sumeria kurungia, adquirió la
connotación de “país sin retorno” o en un sentido más literal, donde los dioses
que trabajan, en profundos túneles, amontonan minerales. En los textos sumerios
se nos dice que cuando Ishtar bajó al mudo inferior, vio a los atareados anunnaki
comiendo sus alimentos mezclados con barro y el agua que bebían se encontraba
enfangada y en este sentido, encontramos un texto sumerio antiguo que nos dice:
“cuando los dioses igual que los hombres tenían que trabajar”; y se entiende
que es una expresión, de dolor y de sufrimiento, donde los dioses se quejan,
porque según los textos sumerios los hombres fueron creados para hacer el duro
trabajo de los dioses y nunca trabajaron a la par, sino que el hombre se
convirtió en un esclavo y servidor de los dioses, luego de que fue creado y los
remplazara en el duro trabajo de las minas.
Los investigadores W.G Lambert
y A. R. Millard, con los fragmentos de tablillas de versiones asirias y babilonias,
reconstruyeron un texto continuo, que llevaron a concluir a estos
investigadores que los relatos se basaban en textos sumerios más antiguos, de
tradiciones orales, que narraban la llegada de los dioses primitivos a la Tierra,
la creación del hombre y su destrucción por el diluvio.
En estos descubrimientos se nos
relata, que los
anunnaki vivían en la Tierra y debían trabajar igual que el hombre y que esto
les producía mucha aflicción.[A1] Mientras los
dioses trabajaban en la Tierra, los dioses mayores ya se habían repartido la Tierra
y que el duro trabajo al que los tenían sometidos los dioses mayores
desencadenó un motín.
Como hemos visto, el señor de la tierra era Enlil y ante
el motín de sus súbditos, los amenazó con duro castigo, pero su canciller
Nusku, le sugirió que consultara a los dioses mayores. Anu fue informado del
motín y vino a la Tierra y reunido también con su hijo Enki se entrevistó con
los amotinados; Anu sugirió que se llevara a cabo una investigación y revestido
con la autoridad de Anu, Nusku el canciller de Enlil, trató de indagar quién
había sido el instigador de la revuelta, pero no logró hallar el culpable y, al
contrario, tuvo que recibir la queja de los anunnaki, por el duro trabajo.
Cuando Enlil escuchó a su
canciller Nusku la relación de quejas que le hacían sus súbditos, le corrieron
las lágrimas por sus mejillas y presentó un ultimátum y amenazaba con ejecutar
al líder de los amotinados y Enlil instigaba a su padre a que también tomara
represalias, pero Anu le dio la razón a los agotados anunnaki y animado por las
palabras de su padre, Enki se atrevió también a hablar y le dio un resumen a su
padre de la dura condición de los trabajadores, y también le planteó una
solución: la creación de un trabajador primitivo, que asumiera el trabajo de
los anunnaki, y todos aclamaron unánimemente, ¡que se cree un Luu, un trabajador primitivo, para que
cargue con el trabajo duro de los dioses!
Según los científicos, los
homínidos del género homo, son el producto de la evolución, pero el homo
sapiens fue producto de un hecho repentino y que desconcierta porque apareció de
pronto en la Tierra.
De acuerdo a algunas
interpretaciones que se hacen de los textos sumerios, el hombre fue creado por los anunnaki, para
que los trabajadores de las minas fueran relevados en su ardua labor y ellos
pudieran dedicarse a descansar y a pasar bien[A2] ; de modo que el
hombre surge como un esclavo de los dioses. Según los que interpretan los
textos sumerios de este modo, dicen que los dioses anunnaki, llegaron a la Tierra
hace unos 450.000 años y que el
hombre fue creado en la Tierra hace unos 300.000
años.
Según los propiciadores de esta
interpretación de los textos sumerios, Enki buscó la forma de crear este ser
primitivo que se pudiera dedicar al trabajo de las minas y ellos mismos se dijeron
llenos de emoción: “la criatura existe, sujetad a ella la imagen de los dioses”.
Esto quiere decir que los anunnaki tomaron una criatura de las que ya existía
dentro del género del homo y la
manipularon genéticamente hasta crear el hombre moderno tal como lo conocemos;
es decir, tomaron un homo-erectus o simio primitivo y le implantaron los genes
de los anunnaki.
Según los científicos hace unos
435.000 años, las capas de hielo de la Tierra
empezaron a derretirse y se fue conformado un clima cálido que hizo que
apareciera sobre la faz de la Tierra abundante vegetación, que proliferara el
alimento para los animales y también se aceleró la aparición y la expansión de
los simios de aspecto humano o llamados “homo-erectus.
Existieron varios hombres
simios desde hace varios millones de años, que vivían en medio de las estepas
del bosque; que podían vivir en manadas o en grupos sociales rudimentarios;
algunos de estos hombres simios llegaron a trabajar herramientas con la madera
y los huesos; a refugiarse en las cuevas y a evitar el peligro, por un instinto
de conservación.
Según los defensores de que los
anunnaki fueron nuestros creadores, estos seres, necesitaban mano de obra para
trabajar en las minas y vieron una posibilidad en las diferentes familias de
primates que existían hace aproximadamente 300.000
años
y por lo tanto, tomaron
una hembra de una especie de estos primates y le insertaron un espermatozoide
de un macho anunnaki, mediante procedimientos genéticos avanzados.[A3]
Debían perfeccionar a estos
primates para que fueran capaces de agarrar herramientas; perfeccionar su
capacidad cerebral, que le permitiera comprender palabras y órdenes, y
necesitaban que tuviera la suficiente inteligencia para que fuera un ser útil y
pudiera comportarse como un siervo.
Evidentemente pensar que el ser
humano fue creado por extraterrestres, para luego convertirlo en su esclavo y
que los seres humanos fueran su creación para sus intereses egoístas y para descansar
de sus trabajos, es una idea mezquina que no corresponde al Dios que nos revela
la Biblia Cristiana y especialmente, el Dios que nos revela Jesucristo. En los
textos sumerios y en posteriores acontecimientos, no podemos inferir que Enki
sea el padre de Jesucristo, como lo están llegando a afirmar algunas personas
que piensan que los anunnaki fueron nuestros creadores, nuestros manipuladores
y dominadores y que actualmente nos siguen dominando.
No hay nada en el texto bíblico
que nos haga pensar que somos la obra maestra de un grupo de extraterrestres,
que a partir de la ingeniería genética decidieron crearnos. No hay ningún
problema en pesar que Dios puedo haber hecho evolucionar a los seres humanos de
una especie primigenia como lo creen algunos estudiosos del tema; pero es una
idea que está ausente en el Texto Sagrado para los cristianos.
La biblia cristiana nos hace
entender claramente que el hombre procede de Dios y este acto creador de Dios,
se dio con la formación de la primera pareja humana como se explica
reiteradamente en el libro “Historia Primitiva de la Humanidad”, de John Henry
Builes.
De la biblia cristiana, podemos intuir que
Dios es un Dios bueno, amoroso y generoso para con el ser humano; no vemos
trazos de egoísmo de parte de la divinidad en crear una criatura, para que le
sirva de comer, ni para que trabaje en las minas, ni para que sea el esclavo de
Dios; al contrario, nos creó por amor para que seamos felices, para que vivamos
para siempre y vivamos en libertad y el mejor testimonio de esto es la Cruz en
la que murió Jesús, donde lo único que se puede leer es perdón y amor.
El texto Bíblico es enfático en
presentarnos un Dios bueno, que hace su obra con maestría y que crea un ser
humano con libertad y a su imagen y semejanza; el único precepto que Dios le
pone al hombre es que no coma del árbol de la vida y de la ciencia del bien y
del mal. Ya se ha explicado en qué
consiste el árbol de la vida y porqué
al comer este árbol, cambiarían las cosas radicalmente para el ser humano, como
de hecho sucedió según los escritos de John Henry Builes.
El hombre antes de comer del
árbol de la vida, tenía una justicia
original, que a la vez le daba una santidad
original, una bondad original,
una perfección original, una inocencia original y una belleza original. El hombre no nació
para ser esclavo y un servidor de los dioses, pues el verdadero Dios no
necesita ser servido por los hombres. El hombre nació de un puro acto de amor
de Dios, donde no existía ningún interés de parte de Dios, pues Dios no
necesita de los hombres y de la creación para nada y si la ha creado es para
amarla, porque Él es solo amor.
Dios al crear al hombre, le da la
oportunidad de acercarse a Él y de compartir su misma gloria, pero sin quebrantar
los mandamientos; Dios no los impuso al hombre para hacerle daño, sino al
contrario, para librarlo del peligro de convertirse en una bestia y en un
animal, y esta fue un de las consecuencias del pecado original. El hombre
desobedece a Dios y rebasa los límites permitidos, que lo llevan a caer por un
abismo; lo único que ha hecho Dios, es el tratar de salvar al hombre del abismo
al cual, siempre ha querido lanzarse.
No hay ningún fundamento
bíblico, para llegar siquiera a pensar que el hombre debe ser un esclavo de
Dios. De hecho, lo somos, porque Dios es Dios y puede hacer lo que se le antoje
con una criatura pequeña, como una hormiga, en términos de los anunnaki; pero
antes de tratarnos como esclavos, ha querido tratarnos como hijos y amigos, y
enseñarnos los secretos de su amor.
Es verdad que la biblia
cristiana fue escrita con antropomorfismos; es decir, que Dios puede ver, que
Dios se paseaba por el Jardín del Edén, que Dios lucha con Jacob, etcétera.;
pero el Antiguo Testamento se diferencia sustancialmente de los escritos sumerios,
al presentar un Dios omnipotente, un Dios omnipresente, un Dios omnisciente,
que se diferencia diametralmente de su criatura. En el Antiguo Testamento, Dios
aparece como Dios y la criatura aparece como lo que es, y aunque puede aparecer
como cruel y despiadado en ciertas ocasiones, hay que recordar que los textos
fueron escritos por personas con limitaciones humanas que dejaron el toque de
subjetividad en los escritos.
Ningún pueblo de la antigüedad
(sumerios, hititas, hurritas, acadios, babilonios,
asirios, griegos, egipcios, etc.), fueron capaces de hacer un dios muy por
encima de las criaturas y amoroso. Los dioses de la antigüedad, más parecían
humanos que dioses; tenían los mismos caprichos humanos, necesitaban comer y
dormir, como también descansar; eran tremendamente celosos; cometían
adulterios, se mataban entre ellos y de dejaban llevar por todas las pasiones
humanas de todo hombre y mujer. Esta es la prueba evidente que, en ninguno, ni
uno solo de los textos de la antigüedad, son escritura divina, aunque tampoco
se puede decir que en ellos no se puedan encontrar algunos vestigios de la
verdad.
Según la teología del Antiguo Testamento,
no hay bases para afirmar que algún ser extraterrestre nos creó, de esto no hay
siquiera indicios en la Sagrada Escritura cristiana. Tratar de decir, que el
querubín que cuidaba la entrada del paraíso con una espada de fuego en la mano,
para que el hombre no pudiera regresar al lugar de donde fue arrojado, es un
extraterrestre con una espada laser en sus manos, como en la guerra de las
galaxias; o que el arca de la alianza no podía ser tocada por ningún israelita,
porque era una potente batería eléctrica, que expedía un campo
electromagnético, entre otras cosas, son ideas que no se pueden sostener y fundamentar
y aun argumentar con cierta solidez; en otros pasajes de la biblia vemos que el
rey David, tocó el arca de la alianza sin morir y no hay nada que nos dé
siquiera indicios de que desconectó tal batería para poder hacerlo.
Según el Antiguo Testamento, el
hombre no fue creado por los extraterrestres y si el profeta Elías fue llevado
por una nave extraterrestre, entramos en contradicción con las palabras de
Jesús, cuando los judíos esperaban el regreso de Elías, Jesús en su vida
pública, dijo que Elías ya había venido en la persona de Juan el Bautista, el
más grade hombre nacido de mujer.
Podemos inferir teológicamente,
que el profeta Elías pudo haber sido llevado directamente al cielo sin pasar
por la muerte; que el mismo Dios experimentó por amor. El hecho, de que Enoc y
Elías hayan sido llevados al cielo, sin pasar por la muerte puede ser algo que
confunda a muchos teólogos, pues el mismo Jesús experimentó la muerte y una
muerte de Cruz. Que Enoc y Elías hayan sido llevados al cielo sin experimentar
la muerte, es prueba evidente de lo que hubiera sucedido con el hombre si no
hubiera pecado alejándose del proyecto divino. Todos los hombres y mujeres,
después de haber disfrutado en esta tierra con los dones naturales a plenitud,
los dones preternaturales y los dones sobrenaturales; hubieran sido glorificados
en su cuerpo y alma instantáneamente, sin experimentar el miedo y el dolor de
la muerte.
No es posible pensar, según la biblia
cristiana, que somos obra de los extraterrestres y que fuimos hechos a su
imagen y semejanza, pues esto no corresponde al Texto Sagrado de los cristianos
y desdice a un Dios que solo es amor.
Si fuera cierto que fuimos
creados genéticamente por los anunnaki u otra clase de seres; debemos hacernos
otra pregunta: ¿quién creó a los
extraterrestres? Y al final tendríamos que llegar al mismo punto: Dios es
el creador de todo lo que existe y los mismos extraterrestres, no pueden
escapar de su obra creadora. Si no existiera Dios, no tendría por qué existir
la Sagrada Escritura y un mensaje teológico tan preciso que ahí se nos
presenta, y que nos testifica un Dios de amor y que pueblos mucho más elevados
culturalmente que los hebreos, no fueron capaces de igualar; empezando por unos
dioses tan imperfectos como los de los sumerios, aunque ya hemos dicho que
somos herederos de su avanzada cultura, pero en su religión, sus principios
eran insipientes.
El pueblo de Israel fue mucho
más atrasado culturalmente que otros pueblos de la antigüedad; pero sus
conceptos teológicos de Dios, desbordan todas las cosmogonías y teologías de
los pueblos antiguos. Los mismos filósofos de la naturaleza de la antigua
Grecia, que existieron mucho antes que Sócrates, comenzaron por someter a la
duda muchos mitos antiguos en los cuales se fundamentaban las religiones
antiguas, precisamente por la imperfección de estos supuestos dioses; dioses
que en todo reflejaban las mismas pasiones humanas y que eran tremendamente
egoístas en su generalidad.
Algunos podrían argumentar que
los egipcios tenían un sistema religioso más sólido y elaborado y que el
cristianismo bebió en sus fuentes de esta cultura; por ejemplo el mito de
Osiris e Isis, que eran hermanos y esposos a la vez y que engendraron a Horus y
se ven representaciones egipcias donde Isis, está cargando a su hijo Horus y
algunos han identificado a la Virgen María y Jesús con este mito; o el juicio
por el que tiene que pasar el alma en el mundo de los muertos donde el corazón
es pesado y debe tener un equilibrio con la justicia, para poder entrar en el
paraíso de los justos o “el país de los
juncos”, una analogía de lo que debe pasar el alma en el juicio ante Dios,
antes de entrar en el cielo. De todo esto se pueden encontrar muchas similitudes,
pero no verdades concluyentes.
Si
la vida hubiera evolucionado en otro planeta o en el duodécimo planeta, Dios
tendría que haberlo hecho saber a través de la revelación bíblica, como lo hizo con
muchas otras cosas, que hubiera sido imposible que las conociéramos por nuestra
propia inteligencia, y si no lo podía hacer de forma evidente y directa por el
grado de progreso cultural de los pueblos y su grado de civilización
rudimentario, debió haberlo dejado implícito por lo menos en el Texto Sagrado,
como lo hizo con otras cosas. Para una persona de buen corazón y que busca la
verdad, al encontrarse con la figura de Jesús no puede sentirse decepcionado,
porque puede encontrar en Él, una persona de confianza que dice la verdad, que
es bueno y no nos puede mentir ni ocultarnos cosas importantes como estas;
simplemente no dice nada en los evangelios canónicos, ni en los apócrifos, que
posiblemente estuvieron muy sujetos a manipulaciones humanas; al respecto no
hay nada.
En el Texto Sagrado no hay nada
que nos haga pensar que la vida se originó en otro planeta. Hay indicios que
nos pueden hacer pensar en otros seres que pueden ser llamados como alienígenas
o extranjeros; de hecho, la traducción de la Sagrada Escritura Nacar Colunga,
en uno de los Salmos dice explícitamente: “líbranos
Señor de los alienígenas” y muchas de las malas traducciones, después del
año de 1960, empezaron a traducir: “libramos
Señor de los extranjeros”. Podríamos llegar a pensar que esta palabra se
encuentra haciendo referencia a los seres de otros planetas y es muy factible.
El Texto Sagrado nos puede dar
indicios de que existen seres en otros planetas y no solamente en los salmos,
sino también en el libro de Ezequiel, donde se nos hace referencia a un gran
número de aparatos voladores. Un experto de la NASA analizando los textos del
profeta Ezequiel, dijo que prácticamente se encontraba describiendo un
helicóptero. Es evidente que, en la Sagrada Escritura, hay referencias
implícitas a seres que tienen una avanzada tecnología, pero en ningún lugar el
texto bíblico nos da la menor seña, de que la vida se originó fuera del
planeta.
Si la Sagrada Escritura fuera
pura invención humana, como lo son los escritos sumerios que hacen referencia a
los anunnaki, podríamos pensar cualquier cosa y considerar que la vida se
originó fuera del planeta, sería lo mismo que decir que la vida se originó en
el planeta; pero al considerar que la Sagrada Escritura no es invención humana,
sino divina, aunque fue escrita por humanos limitados, solo nos queda pensar,
que la vida humana tal como la conocemos se originó en la Tierra; pues de lo
contrario, un Dios bueno que es el que rige el universo, no lo hubiera hecho
saber, como también nos ha dejado indicios de que existen otros seres de avanzada
tecnología, que aunque todos estamos unidos genéticamente, hemos tomado caminos
diferentes y todos estamos dentro del proyecto divino, según el libro “Historia primitiva de la humanidad” de
John Henry Builes.
Esta realidad, debe partir
desde el punto que Dios no puede mentir y que siempre debe decir la verdad. No
podemos buscar una verdad que no existe en el Texto Sagrado, es decir, que la
vida tuvo origen fuera de nuestro planeta. Pero sí podemos buscar la verdad que
sí existe en la Sagrada Escritura: que el hombre y la mujer tal como los
conocemos tuvieron origen en nuestro planeta; pudo haber sido que el planeta
Nebiru le comunicó la vida vegetal y animal a la Tierra y es posible que se
haya dado el choque interplanetario, esto en nada se opone al Sagrado Texto;
pero lo que no es posible, es que la vida humana haya venido de Nebiru. No es
posible que los anunnaki existieran antes que el hombre, porque la Sagrada
Escritura no nos da indicios de esto.
Debemos pensar más bien en otra
posibilidad diferente, que se encuentra más acorde con el Texto Sagrado. Que la
vida humana se originó en la Tierra y luego de pasados muchos siglos, la
civilización humana progresó tanto que fue capaz de hacer viajes
interplanetarios y poder alcanzar el planeta X o Nebiru o duodécimo planeta o
Ercobus, o como quiera que lo llamen. Al final, la existencia de habitantes de
este planeta y de cualquiera que se encuentre dentro del rango de un viaje
espacial, no se opone a la revelación bíblica.
Los indicios que hoy
encontramos, nos hacen pensar cada vez más, que pudieron existir civilizaciones
humanas más adelantadas tecnológicamente que nosotros antes del diluvio
universal o conflagración mundial; en nada se opone al Texto Sagrado y como
hemos dicho, algunos versículos de la Sagrada Escritura nos lo hacen intuir, de
forma implícita. Es posible pensar que estos hombres y mujeres anti-diluvianos
hubieran podido refugiarse en el interior del planeta o en otro planeta; es
factible pensar que estos seres oprimieran con su civilización mucho más adelantada
tecnológicamente a otras civilizaciones de menor progreso cultural y ciencia;
siempre es posible pensar que los más fuertes quieran hacerse pasar por dioses
ante los más débiles; es acertado y lógico pensar que los famosos dioses anunnaki,
no fueran más que simples seres humanos de antes del diluvio, con una asombrosa
civilización, que supera con creces a la nuestra, que hayan influido
culturalmente a un pueblo como los sumerios y que morfológicamente tienen
algunas diferencias, como su gran estatura y algunos con características de
reptiles, debido a la manipulación genética.
De este modo, podríamos seguir
dando posibilidades, y decir que existen multitud de razas, pero que todas
tienen un solo código genético común y un Dios bueno y amoroso empezó todo esto
y aunque parezca increíble, lo empezó en este planeta y de este planeta han
salido los seres que pueblan otros mundos y este planeta será siempre el centro
de los mundos y de los universos, aunque algún día no sea más que una roca
muerta viajando en el espacio y luego se trasforme en un lugar más hermoso del
que es hoy. Este planeta es y será siempre la casa de Dios, aunque existan o
existirán millones de civilizaciones en otros mundos y planetas, según las
ideas de John Henry Builes.
No es conveniente pensar que los anunnaki
vengan de otro planeta a implantar la vida en la Tierra, porque el Texto
Sagrado no nos dice nada al respecto y nos da una versión totalmente opuesta de
los hechos. La Sagrada Escritura a través de una historia, que a la vez es una
analogía, también nos dice, que la vida humana fue creada directamente por
Dios, con la creación de un primer hombre y de una primera mujer; que fruto del
pecado del hombre se contaminaron los hijos de Dios y se crearon los hijos de
los hombres; que los hijos de Dios se hibridaron con las hijas de los hombres,
dando lugar a una nueva raza; que el árbol de la vida puede representar a una
Eva, que hemos llamado en estos escritos y en otros “La Eva bestia”; y que de
Adán y de la Eva bestia, nació Caín, padre de los hijos de los hombres; que de
la Eva Humana, brotó Set, padre de los hijos de Dios; que los hijos de Dios
tenían dones naturales a plenitud, dones preternaturales y dones
sobrenaturales, hasta antes de perder la gracia, que les permitió desarrollar
una civilización tremendamente adelantada que supera la nuestra; que tanto los
hijos de Dios, como los hijos de los hombres se extinguieron dando paso a una
nueva raza; que la humanidad que actualmente ronda los 7.000
millones de personas que vive en la superficie del planeta, es descendiente
directa de los tres hijos de Noé; que en los seres humanos que habitaban la Tierra
antes del diluvio, podrían encontrarse tanto hombres y mujeres de tres metros
de altura o bien de 1,50 metros de altura; que en esa Primera Tierra había
muchos animales salidos del laboratorio que generaron los mitos antiguos de la
humanidad; como el centauro, el grifo, el hipogrifo, la manticora, el
minotauro, los cíclopes etcétera.; que algunos hombres y mujeres de la Primera
Tierra, escaparon del diluvio y conservaron su tecnología o en el interior del
planeta o fuera de él; que los seres más fuertes prevalecen sobre los más
débiles, de modo que los hijos de los hombres terminaron extinguiéndose por
completo; que los famosos extraterrestres o los intra-terrestres no sean más
que seres de la Primera Tierra con rasgos de las características de los hijos
de Dios, lo que los puede hacer un tanto diferentes a nosotros y así podríamos
seguir sucesivamente, contemplando las posibilidades que no riñen con los
textos de la Sagrada Escritura, según las ideas de John Henry Builes.
Como cristiano que soy, no
puedo dudar de Jesús y su enseñanza; no podemos dudar del Antiguo Testamento,
porque sus enseñanzas avalan las enseñanzas de la Nuevo Testamento. El único
criterio de verdad que tenemos los seres humanos de esta Tierra, es Jesús, y no
puede haber más, porque Jesús es Dios y Dios hecho hombre; y ya que Jesús es la
única verdad factible y creíble, muchos tratan de desfigurarla y sembrar la
confusión; todo misterio que queramos comprender debemos hacerlo desde Jesús.
Todo punto de apoyo para poder construir, debemos hacerlo desde Jesús; a todo
punto final que queramos llegar debemos tenerlo a Él siempre presente; pues de
lo contrario, nos veremos envueltos en la confusión y en la mentira y jamás
podremos construir una civilización sólida, pues lo estaremos haciendo mal,
como aquel hombre insensato que decidió construir su casa sobre arena, llegaron
los vientos y derrumbaron toda civilización humana, que se trate de construir,
sin tener a Jesús como principio.
No es bíblico pensar que
existan portales dimensionales que nos comuniquen con el mundo material o con
el mundo espiritual que estén fuera del alcance de Dios. Se ha llegado a pensar
que los antiguos lemurianos eran más adelantados espiritualmente que los
antiguos atlantes; recordemos que el antiguo continente perdido de Lemuria se
encontraba en lo que en la actualidad es el Océano Pacifico y que recibió en el
pasado el impacto de un meteorito; en las costas del Océano Pacifico se
encontraban los japoneses y demás culturas orientales, muy inclinados la
meditación y al cultivo espiritual, especialmente por parte de algunos monjes
budistas, herederos de la mística de los antiguos lemurianos y que los
occidentales somos herederos en cierta forma de la civilización de los
atlantes.
Mientras los hombres y mujeres
tengamos carne material y no hayamos recibido nuestro cuerpo glorificado a
imagen de Jesucristo, siempre estaremos limitados; los que hayan sido buenos,
no necesitaremos de estos portales, porque en nuestro cuerpo de materia
espiritualizada podremos viajar por el universo a la velocidad del pensamiento;
podremos visitar todos los universos físicos en un solo instante y no
necesitaremos de naves espaciales ni de ningún aparto de la tecnología humana
para hacerlo; nuestro cuerpo gozará con las cualidades que nos permitirá hacer
esta hazaña y otras que nosotros no alcanzamos a imaginar; pero es imposible
que estas realidades se hagan concretas en nuestra vida, pensando que si hago
meditación y practico el yoga, y aunque no lleve una vida ajustada a lo que
Jesús me pide en los Evangelios, voy a trascender a una dimensión donde se
acabarán mis problemas; al contrario, aunque lo crea o no lo crea, empezarán mis verdaderos
problemas, en un lugar horrible que se llama infierno, porque muchos portales
pueden conducirnos a este lugar, y es posible que algunos estén administrados
por demonios, aunque no todos, pueden existir portales creados por otras razas
de seres humanos que viven en las estrellas.
No es posible pensar que los anunnaki
sean los creadores de la humanidad, porque no es bíblico, la Sagrada Escritura,
no hace la más insignificante afirmación de que las cosas puedan ser de este
modo. Hay más evidencias históricas, culturales y teológicas que nos lleven a
pensar que la Biblia es un libro de revelación divina y que los escritos de los
sumerios, son solo invención humana; por lo tanto, todo ser prefiere creerle al
Dios verdadero y quiere encontrar la verdad que solo puede estar en Dios y no
quiere permanecer en el error y la mentira. Hay más posibilidades de permanecer
en el error, creyendo que los escritos sumerios dicen la verdad sobre la
creación del hombre; hay más posibilidades de permanecer en la verdad, creyendo
que la Biblia nos dice la verdad y que en sus palabras resuena la voz de Dios.
Es un error pensar que la Sagrada Escritura contempla la posibilidad que la
vida de los seres humanos se originó por causas de seres de otros planetas; es
un error pensar que todos los textos sumerios sean pura mentira o que no se ajusten
a la realidad; debemos pensar que los textos sumerios nos trasmiten una parte
de la verdad, puede ser también una gran mentira; debemos tener por más cierta
la posibilidad de que la Sagrada Escritura nos trasmite una verdad completa y
una verdad completa, siempre será una verdad.
Para mí han sido iluminadores
los textos de John Henry Builes que hacen un esfuerzo, dice él, desde la
revelación divina y desde la argumentación racional, para dar una explicación
argumentativa y creíble a todos estos misterios en los cuales se cierne los
orígenes primeros de la humanidad y la misma creación del hombre y la mujer.
Nuestros orígenes están envueltos
en el misterio, pero Dios permite que surjan hombres que nos acerquen a la
verdad y que nos ayuden a tener una mejor compresión de nosotros mismos y de
nuestros orígenes.
Seguramente es cuestión de tiempo para que la gente empiece a descubrir
que el mundo es gobernado por una elite oculta que se encuentra al servicio de
los demonios y que tienen tratos con ellos; un gobierno que nos hace permanecer
en el engaño y nos oculta la verdad; un gobierno que ha hecho tratos con razas
de demonios encarnados o es posible también con seres humanos de la Primera Tierra
y hayan recibido tecnología, solo para seguirnos oprimiendo y esclavizando; un
gobierno secreto que tiene la cura de las enfermedades, la posibilidad que haya
comida en abundancia para todos y que todos los seres humanos tengamos una vida
digna. Un gobierno monstruoso que seguramente ya ha construido sus refugios en
la Luna, en Marte, o en el interior de la Tierra y cuando se venga la
conflagración mundial, todos tengamos que ahogarnos como ratas en un estanque
mientras ellos intentan ser los próximos supervivientes de esta tierra, que John
Henry Builes llama como la Segunda Tierra y esta tierra deberá pasar para dar origen a una nueva tierra y al final
será Dios quien tenga la última palabra.
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