miércoles, 17 de enero de 2018

La Biblia Cristiana y los Anunnakis, según las ideas de John Henry Builes.


Las civilizaciones posteriores al diluvio que se empezaron a conformar en la superficie de la Tierra y que descendieron directamente de los tres hijos de Noé, empezaron sus agrupamientos sociales de forma rudimentaria. Conservaron algunos adelantos tecnológicos de los habitantes de la Primera Tierra, como la domesticación de algunas plantas, el trigo, la cebada, el millo, las uvas, etcétera; y también algunos animales como los perros, las ovejas, y otras clases de animales. Se conservaron algunas técnicas de construcción de viviendas de forma rudimentaria, especialmente hechas con los recursos de la naturaleza, como las piedras; también se conservó el ladrillo, invención de los de la Primera Tierra; en las construcciones se utilizaba barro mezclado con estiércol de vaca o de caballo; se hacían gruesas paredes de tierra y piedra; se hacían techos de madera y de paja, etcétera; pero se dejaron de lado las industrias de los cristales, de las fuentes de energía eléctrica, de los vehículos voladores, de los submarinos y todo lo que implicara tecnología, pues se consideraban como causas del diluvio universal y como consecuencia, la perdición del hombre.
La Biblia Cristiana es enfática en reiterar, que cuando el hombre progresa técnicamente, declina en su moralidad y en su ética; se convierte en un hombre más avanzado tecnológicamente, pero menos humano y más destructivo. Los habitantes de la Primera Tierra, simplemente olvidaron la tecnología de la Primera Tierra y no hicieron el esfuerzo, por agruparse de nuevo y crear y consolidar nuevos centros que permitieran la continuación de la tecnología de la Primera Tierra. A Noé y sus hijos ya no les interesó la tecnología de los habitantes de antes del diluvio y todo eso lo veían como un signo de muerte  y de degeneración del ser humano, de modo que fue algo que borraron de su memoria histórica y no lo trasmitieron a las generaciones futuras; los descendientes de los tres hijos de Noé, Cam, Jafet y Sem, se dedicaron a ser simples campesinos y pastores sencillos, con métodos rudimentarios que habían conservado de la Primera Tierra como el arado y el yugo, para arar la tierra. En la superficie de la Tierra toda la tecnología se perdió con Noé y sus hijos, pues estos, no enseñaron nada de estas cosas a las generaciones futuras, por considerar que la tecnología era algo malo para el ser humano y que lo degrada moralmente. Esta es una idea transversal en todo el Antiguo Testamento y que solo se interrumpe con Nuestro Señor Jesucristo, quien no habla ni a favor ni en contra de la tecnología humana.
Cinco mil años pudieron pasar desde el diluvio universal hasta que algo inesperado sucediera con pueblos sencillos y posiblemente sin ninguna cultura importante y sin bases sólidas para instaurar una civilización que se perpetuara a través de los siglos; sencillos agricultores y pastores descendientes directos de Noé y de sus hijos, fueron visitados por los dioses del cielo.
Los dioses del cielo no son descendientes de Noé y por lo tanto no tienen gran similitud física con los descendientes de Cam Jafet y Sem, que fueron los padres de la humanidad, que conocemos en la superficie de la Tierra. Los habitantes de la superficie de la Tierra, descendemos de un hijo de Dios, que era Noé y de una mujer híbrida entre los hijos de Dios y los hijos de los hombres, que era la mujer de Noé; de esta unión nació Cam, Jafet y Sem.
Los dioses del cielo o los anunnaki, son habitantes de la Primera Tierra que no descienden de Noé, de quien desciende la raza amarilla, la raza negra y la raza aria y las posteriores razas de seres humanos que se desprenden de estas tres primeras. Estos descendientes de Adán, se fueron de la Tierra antes del diluvio y establecieron una civilización posiblemente en un planeta fuera del Sistema Solar y luego de más de 5.000 años de haberse ido de la Tierra, regresaron a la región de Mesopotamia y fundaron lo que hoy conocemos como los antiguos sumerios, a partir de unos pueblos con una escasa civilización y escasa cultura. Los habitantes de la Primera Tierra, se hicieron pasar por dioses, cuando nuevamente trajeron su avanzada tecnología y se la enseñaron a una comunidad específica de seres humanos, que se habían alejado de toda la ciencia y tecnología de la Primera Tierra.
Lo mismo sucedió con los intra-terrestres, algunas personas de la Primera Tierra se refugiaron en el interior del planeta y allí conformaron sus propias civilizaciones y sociedades; lógicamente estos intra-terrestres, aunque comparten nuestro mismo código genético, porque todos tenemos un mismo origen, no necesariamente son parecidos morfológicamente a los habitantes de la Tierra. Los intra-terrestres pueden tener otro color de piel, pueden tener un solo pulmón, y otras diferencias; pero también tienen cosas similares a los habitantes de la superficie de la Tierra, como: sangre, sistema inmunológico parecido, algunos de ellos pueden tener nuestra estatura, etcétera.
En cuanto a los extraterrestres que también comparten nuestro mismo código genético, porque tienen el mismo origen que los habitantes de la superficie de la Tierra, pueden tener una estatura de dos a tres metros (Adán tenía aproximadamente 2,50 de estatura); las orejas pueden ser como de elfo y así sucesivamente; pero en conclusión, aunque los habitantes del interior de la Tierra, los de la superficie de la Tierra y los del exterior de la Tierra, tengamos algunas características morfológicas u orgánicas diferentes, por las condiciones del medio en las que se debe vivir y por las hibridaciones producidas en la Primera Tierra; al final siempre seremos los mismos seres humanos, que tenemos todos un origen común y que todos somos hijos de Dios y que también tenemos todos un alma inmortal, un espíritu inmortal y un cuerpo corporal, material y corruptible, que cuando sea espiritualizado después de la muerte también será inmortal. Esto quiere decir, que todos los seres humanos, tanto del interior de la Tierra, como de la superficie de la Tierra y como del exterior de la Tierra deberán morir y presentarse a juicio delante de Dios.
Algunos habitantes de la Primera Tierra, unos siglos después del diluvio universal decidieron regresar a la Tierra; dispusieron enumerar al planeta Tierra desde su nuevo hogar como el séptimo planeta del Sistema Solar; pero no solamente contaron numéricamente hasta la Tierra, sino que siguieron hasta Venus que siempre en la antigüedad fue identificado como una deidad femenina, y seguramente hasta Mercurio.
En los escritos sumerios existen evidencias de que Venus era representado como una estrella de ocho puntas. Si contamos desde el exterior del Sistema Solar, Venus es el octavo planeta y los sumerios lo asociaban con la diosa Ishtar. Algunos sellos cilíndricos encontrados nos muestran a Marte como el sexto planeta, que aparece simbolizado como una estrella de seis puntas y que originalmente se identificó con el dios Nergal y posteriormente con el dios Nabu, sentado en un trono bajo una estrella de seis puntas. Otros sellos cilíndricos también nos representan el Sol, la Luna y la cruz, símbolo del punto de cruce del doceavo planeta. En otras inscripciones se puede notar como el dios Ninurta, estaba asociado con el cuarto planeta, que es Saturno.
En los registros babilónicos, que realmente hacen referencia a la antigua Sumeria, se acostumbraba celebrar con mucha rigurosidad, las fiestas de los primeros doce días del año. En los once primeros días de celebración los once primeros dioses que pertenecían al panteón sumerio, y posteriores panteones de civilizaciones posteriores se unían a Marduk, según un orden prescrito; pero el duodécimo día, todos los dioses regresaban a su morada original y el dios Marduk se quedaba solo, pero con un gran esplendor. Los estudiosos han comparado esto, con los once cuerpos celestes del Sistema Solar y la visita al Sistema Solar del doceavo planeta que se llama según los babilonios Marduk. De modo, que estas celebraciones del año nuevo, se encontraban representado la aparición del planeta Nebiru u duodécimo planeta en el Sistema Solar.
En los primeros cuatro días se representaba el recorrido del planeta por las órbitas de Plutón, Neptuno, Urano y Saturno; luego entre el quinto y sexto día se representaba el recorrido del planeta, por la órbita de Iku, quien era Júpiter y cuando el planeta celeste llamado Marduk, por los antiguos babilonios, se acercaba al lugar donde uno de los satélites del planeta había impactado a Tiamat, partiéndolo por la mitad y originado la Tierra, que se conocía como el lugar de la batalla, el sacerdote babilonio empezaba a recitar la epopeya de la creación o relato de la batalla celeste entre Marduk y los dioses del cielo.
Cuando el Planeta Nebiru o Marduk, se encontraba en este cruce de órbita, las personas pasaban la noche en vela y al quinto o sexto día se proclamaba a Marduk, como el Señor de los cielos y el supremo dios de los once dioses del cielo restantes. Durante ese mismo día, el dios Nabu, que era un hijo heredero de Marduk según el panteón babilónico, llegaba en barco desde el cielo a la ciudad de culto Borsippa, pero solo podía entrar en el templo del culto al sexto día, y entonces Nabu era considerado uno de los doce dioses del Panteón babilónico y el planeta asignado a este dios era Marte, el sexto planeta por los sumerios.
Durante los seis primeros días también se había creado el cinturón de asteroides y también la Tierra. El séptimo día, era considerado de fiesta y la atención se centraba sobre la Tierra. Se cree que dentro de los rituales de la fiesta, los dioses dirigidos por el dios Nabu, promulgaba la liberación de Marduk de las montañas inferiores.
En el octavo día se celebraba la victoria de Marduk, que recibía todos los poderes de los restantes once dioses y en el noveno día el rey de la ciudad de las celebraciones y acompañado de la gente celebraban que Marduk se encontraba en algún lugar de las afueras y en el último día de la celebración, que generalmente podía ser el décimo día, se celebraba que Marduk se alejaba y cada dios volvía a su morada, dando por finalizada las fiestas y celebraciones.
Lo esencial de esta celebración consistía en una procesión en la que el dios reinante, dejaba su morada y su templo, e iba atravesando varias estaciones, hasta un lugar fuera de la ciudad. En las afueras de la ciudad se encontraba el templo o casa de Akiti, donde el dios permanecía simbólicamente por un tiempo y había llegado a este sitio en su barco divino, luego volvía a la ciudad en el mismo barco y desandaba el recorrido, daba vuelta al templo en medio del regocijo del rey y del pueblo.
El término Akiti significa literalmente “fundar la vida en la Tierra”, por lo que muchos investigadores, han identificado esta procesión simbólica, con el primer viaje que realizaron los anunnaki desde su planeta Nebiru hasta la Tierra.
La primera estación por donde pasa Marduk se llamaba: “casa de las aguas brillantes”; la segunda estación: “donde el campo se separa”; la tercera estación: “el señor del fuego derramado”; la cuarta estación: “lugar santo de los destinos”, y aquí Marduk recibía el nombre del Señor de las tormentas de An y Ki, la quinta estación se llamaba “lugar donde la calzada se hacía clara” y Marduk asumía el título de doce y se identificaba con la palabra “pastor”; la sexta estación recibía el nombre de “la nave del viajero” y Marduk también recibía el nombre de “la puerta señalada”; la séptima estación era Bit Akitu, que significa “casa de la fundación de la vida sobre la Tierra” y Marduk tomaba el título de “dios del descanso”.
Estas siete estaciones de Marduk en la opinión de muchos investigadores, representaba el viaje desde el Planeta Nebiru de los anunnaki a la Tierra; de modo que la primera estación representaba el paso por Plutón; la segunda estación era el paso por la órbita del planeta Neptuno; la tercera estación era el paso por el planeta Urano; la cuarta estación era el paso por la órbita del planeta Saturno, la quinta estación era el paso por la órbita del planeta Júpiter; la sexta estación era el paso por la órbita del planeta Marte y la séptima estación era el viaje final y la casa del descanso y era la llegada a la Tierra.
El primer planeta con el que se encuentran los anunnki al llegar a nuestro Sistema Solar es Plutón y que en las listas mesopotámicas se llama  Shupa, el planeta que vigila la aproximación al Sistema Solar. Según los expertos en el tema, los anunnaki solo podían llegar a la Tierra, si las naves espaciales despegaban de Nebiru antes de que el planeta se adentrara en el Sistema Solar; de modo que los anunnaki entraban al Sistema Solar en su propio planeta y en las naves espaciales que habían despegado de este y que debían navegar desde antes del Sistema Solar y adentrase en él, desde Plutón hasta llegar a la Tierra.
El siguiente planeta después de Shupa, era Iru, que significaba “curva” o “rojizo” y era Neptuno; en otra lista se nombra a este planeta como  Humba que significa “vegetación de tierras cenagosas”; el siguiente planeta lo llamaban Kakkab Shanamma, que significa “planeta que se encuentra repetido o que es doble”, pues Urano es el hermano gemelo de Neptuno, tanto en tamaño como en apariencia, en otra lista se llama a Urano  Entimash, que significa “planeta de abundante vida verdosa”.
Luego seguía Saturno, que es un planeta diez veces más grande que la Tierra, que se distingue por sus anillos que se extienden más de dos veces el diámetro del planeta. Es un planeta que tiene una tremenda atracción gravitatoria y estos anillos de Saturno representaban muchos peligros para los anunnaki y sus naves espaciales. En la antigüedad a Saturno se le conoció con muchos nombres; como Targallu, “el gran destructor”; Kaksidi, “arma de justicia” y Simutu, “aquel que por justicia mata”. En los textos de los sumerios se hace referencia cuando una nave espacial de los anunnaki entra en las órbitas del planeta Saturno y es destruida una nave anunnaki, con cincuenta tripulantes, no se sabe cuáles fueron las causas del incidente; lo cierto es que los anunnaki, sentían gran alivio cuando cruzaban la órbita del planeta y contemplaban Júpiter a quien llamaban Barbaru, que significa “el brillante” o también Sibzianna; luego debían aproximarse a Marte y el paso peligroso por el cinturón de asteroides, donde posiblemente los anunnaki se ponían, sus mes, es decir, sus trajes espaciales; Marte recibía el nombre de Utukagaba o también Shelibbu, es decir, “uno que se encuentra cerca del centro”; cerca del centro del Sistema Solar.
Posiblemente la nave espacial al pasar por Marte establecía comunicación permanente con el control de la misión en la Tierra y luego llegaban a la Tierra, que era llamada Shugi, que quiere decir “buen lugar de descanso” y también puede ser Shibu, que significa “el séptimo”. Enlil quien era conocido como el Señor de las montañas, también era asimilado con el planeta Shugi, es decir el séptimo planeta que es la Tierra.
Luego que Enki ha trabajado fuertemente en la Tierra en la construcción de canales y otras obras de ingeniería, aterriza en la Tierra su hermano Enlil, quien asume el mando de la misión y se convierte en “el señor de la tierra”. Los textos sumerios nos dicen que cuando Enlil llegó a la Tierra, se dividieron los poderes y el dominio de las cosas. Se acordó que Anu, permanecería en los cielos y gobernaría el planeta de Nebiru; Enlil, sería el señor de las tierras superiores y de la atmósfera y Enki sería el señor de las tierras acuosas; identificado estos personajes, con la mitología griega, tenemos que Enlil, era Zeus y Enki era Poseidón, el señor de los océanos.
Los textos sumerios también nos describen la visita que hizo Inanna/Ishtar, al mundo inferior para visitar a su hermana Ereshkigal “la señora del mundo inferior”; en el relato se nos dice que Ishtar, tuvo que atravesar siete puertas y muchas barreras de seguridad hasta llegar donde se encontraba su hermana, los textos nos dicen que cuando su hermana Ereshkigal, se encontró frente a Ishtar,  estalló en cólera, aunque Ishtar ya esperaba este recibimiento, pues había notificado a las divinidades principales, que fuera rescatada en caso de ser hecha prisionera por su hermana; debía haber una causa para que su hermana se encontrara tan enojada.
El esposo de Ereshkigal, era el señor del mundo inferior, o mejor conocido como Nergal. Todo el relato comienza en unas tablillas encontradas de la lengua sumeria en la cual hay varias versiones, pero en una de ellas, se nos dice, que los dioses realizaron un banquete en los cielos, pero no en el planeta Nebiru, sino en una posible nave espacial, que sería una nave nodriza. Por algún motivo Ereshkigal, no pudo ascender y reunirse con los otros supuestos dioses y envió un mensajero, que se llamaba Namtar, a la asamblea de los dioses y dice el texto que todos los dioses se levantaron para darle la bienvenida al mensajero, excepto un dios calvo, que se encontraba sentado en la parte de atrás; luego de esto el mensajero volvió al mundo inferior y dio cuenta a Ershkigal de lo sucedido y los dioses menores que también se encontraban con ella, se sintieron ofendidos al escuchar el relato de su mensajero y exigieron que se les enviara el ofensor para ser castigado.
El ofensor no era más que Nergal, el hijo de Enki, quien fue severamente reprendido por su padre y con una serie de consejos fue mandado a la puerta del mensajero Namtar, quien lo condujo hasta  Ereshkigal, quien fue sometido a varias pruebas y luego de siete días de tener relaciones sexuales con ella, en el consejo de los dioses se había disparado la alarma por la desaparición de Nergal y este le pide a Ereshkigal, que lo deje regresar a la asamblea de los dioses, con la promesa de regresar; pero como Nergal no regresaba, Ereshkigal, volvió a mandar a su mensajero Namtar ante Anu que acusara a Nergal de no tener intenciones de regresar; pero sin tener la idea de casarse Nergal organizó una expedición militar y asaltó las puertas de Ereshkigal, con la intención de cortarle la cabeza a esta mujer; pero luego Ereshkigal, lo convenció para que fuera su esposo y de esta manera termino siendo Nergal señor del mundo inferior.
Este mundo inferior que es presentado en muchas mitologías como el lugar de los muertos, no era tal lugar, sino un lugar donde los dioses podían entrar y salir libremente; era un lugar importante que se encontraba bajo el dominio de una nieta de Enlil y un hijo de Enki. Es posible que fuera un lugar de difícil acceso y una zona restringida, pero muchos supuestos dioses fueron y salieron ahí. En este lugar fue desterrado Abzu por un tiempo después de violar a Ninlil.
El mundo inferior no era oscuro, ni adverso, sino al contrario, era una tierra llena de luz y riquezas que eran poca cosa para Enki. Los textos sumerios nos dicen que esta tierra subterránea se encontraba situada al oeste y al sur de Sumeria; viajando en un barco unos 5.000 kilómetros en esta dirección, desde el Golfo Pérsico, llegaríamos a las costas del sur de África.
La tierra descrita se conocía con el nombre de Arali, que se encontraba en el extremo sur de África, a diferencia de la tierra del mundo superior que se encontraba en el extremo norte y también donde se encontraba Sumeria.
Algunos himnos Mesopotámicos, ensalzaban a Enki, como “el señor de la sabiduría” o como el Bel Nimiki, pero que otros dicen que la traducción más correcta es “señor de la minería”; de este modo como existía una tablilla de los destinos en la ciudad de Nippur, para controlar la navegación aérea entre la Tierra y el planeta Nebiru, también existía una tablilla de la minería, que era como un banco de datos sobre las operaciones mineras de los anunnaki.
Enki tenía un hijo que en el mundo inferior se dedicaba al juego y la fundición y se llamaba Gibil, que significa “el que quema el suelo”; es decir, era un herrero que era representado como un dios joven, de cuyos hombros se emiten rayos rojos y calientes, como especie de chispas de fuego; de modo, que podemos ver que Enki enseñó a su hijo Gibil las técnicas de la minería.
El mineral que extraían los anunnaki en el sur de África, era oro, plata o cobre, que trasportaban en barcos hasta Mesopotamia y dicho barco recibía el nombre de Magururnuabzu, que quiere decir, “barco para el mineral del mundo inferior”; el mineral era llevado exactamente a la ciudad de Ba-tibiria, que significa “la fundación de metalurgia”. A este lugar llegaban los lingotes de oro y de otros metales, que son muy buenos conductores eléctricos, como la plata y el cobre. En varias excavaciones del oriente próximo se han encontrado lingotes, como existen hoy en día, pero con un orificio en el centro, supuestamente para ser ensartados en una especie de vara o varilla; los lingotes se han encontrado con pictogramas sumerios.
El sur de África fue conocido por los sumerios como “la tierra de las minas” o “el lugar de las vetas brillantes” entre otros. En una de las inscripciones sumerias que hace referencia a la diosa Inanna, se refiere a este lugar, como la tierra que se encuentra en el hemisferio sur y la tierra del metal precioso que está cubierto por el suelo, es decir, que se encuentra bajo la tierra.
Los textos mesopotámicos hablan de la tierra de las minas como un lugar montañoso, con mesetas y llanuras cubiertas de hierbas y con exuberante vegetación. En los textos sumerios se nos dice que la capital de la reina Ereshkigal se encontraba en el pecho de las montañas, que se conoce como Gabkurra.
Es evidente que la morada de Ereshkigal, fuera de ser un centro minero, también era un lugar confortable, que se encontraba en el interior de la Tierra. Lo que puede impactar a muchos es que en centro de la Tierra puedan existir grandes ríos navegables, así como vegetación y muchas variedades de animales.
Es evidente que si los anunnaki podían hacer un viaje interplanetario, también debían tener una gran tecnología que les permitiera navegar a grandes velocidades por el mar y por los ríos. En el relato sumerio de Enlil y Ninlil, se nos dice que Enlil, fue enviado en exilio al mundo inferior y que cuando llegó al sitio interior de la Tierra fue trasportado en barco por un ancho río. En un relato babilónico que trata de los orígenes de la humanidad, se le da a este gran río en el interior de la Tierra el nombre de río Habur o el río de los peces y de los pájaros y otros textos sumerios le dan el nombre a aquella región como Ereshkigal o también como el país de la pradera de Habur.
África tiene cuatro grandes ríos, el primero es el Nilo que fluye hacia el Norte del continente, hasta llegar al mar Mediterráneo; el segundo es el Congo; el tercero es el Niger que desemboca en el Océano Atlántico por el oeste y el cuarto es el Zambeze, que viene desde el centro de África y haciendo un semicírculo desemboca en la costa oriental del continente y este último, se interna en la tierra en algunos puntos. ¿Cabría la posibilidad, que este río fuera el río de los peces y los pájaros del mundo inferior, descrito por los sumerios?
Una multinacional llamada “la corporación angloamericana”, utilizó moderna maquinaria para explorar estos lugares y Adrian Bossheir y Peter Beaumont en la revista “Óptima” aseguran que en estos lugares se encontraron capas antiguas de actividad minera pre-histórica y restos humanos. La datación del carbono catorce de la Universidad de Yale en Estados Unidos y de la Universidad de Groningen en Holanda, establecieron la edad de estos objetos hallados entre un rango de 2.000 y 7.690 años a.C.
Ante la novedad de los hallazgos, se amplió el equipo de arqueólogos y su área de trabajo. En un despeñadero de escabrosas vertientes del pico de León, encontraron una losa con más de cinco toneladas impidiendo el acceso a una caverna; donde los objetos encontrados en el interior con la datación del carbono arrojaron una antigüedad de 20.000 años y 26.000 años; siguieron las excavaciones y enviaron una muestra al laboratorio de Groningen en Alemania y la datación del carbono arrojó una antigüedad de 41.250 años a.C. aproximadamente.
Los científicos sudafricanos, se pusieron a estudiar, lugares mineros  al sur de Swazilandia y en el interior de las cavernas encontraron ramitas, hojas, pieles, hierbas, que habían servido de dormitorio o de colchón para alguien que se dedicaba a la minería. En estos lugares encontraron huesos, cortados muy precisamente, con una antigüedad de 35.000 años, lo que revela que había posibilidad de cortar, con objetos corto-punzantes en una época tan remota y aseguran que algunos restos se remontaron a una antigüedad de 50.000 años a.C.
Los anunnaki tenían gran necesidad del oro, porque según lo que se puede interpretar de los escritos sumerios, la atmósfera de su planeta agonizaba y por lo tanto necesitaban pulverizarlo en la atmosfera de su planeta, para que los rayos del Sol fueran reflejados y se pudiera mantener controlado el fenómeno invernadero en el planeta, de modo que se pudiera mantener una temperatura ideal que permitiera la vida; aunque algunos teóricos de la conspiración han puesto en duda algunas ideas de Zecharia Sitchin y se fundamentan en el otro sumeriólogo Samuel Noah Kramer quien no dice nada al respecto de la extracción del oro, e interpretan esto, como una manipulación en la traducción de los textos sumerios de parte de Zecharia Stchin.
El oro, la plata y el cobre son metales que son muy buenos conductores de electricidad y son de la misma familia en la tabla periódica debido a su peso y numero atómico; son metales que tiene propiedades cristalográficas, químicas y físicas similares; son metales maleables y dúctiles, y son muy buenos conductores de calor. El mejor de todos es el oro.
Según los escritos sumerios, los dioses siempre exigían que se les sirvieran los alimentos en bandejas de oro y el agua como el vino en vasos de oro y que se les hicieran vestiduras doradas y con hilos de oro. Los anunnaki, hombres de la primera humanidad, debieron regresar a la Tierra en busca de oro, para poder proteger la atmosfera de su planeta; pero además también explotaron otros metales para su industria como el platino, que es muy abundante en el sur de África y que potencia las pilas de combustible de forma extraordinaria; es posible que también explotaran materiales radiactivos como el uranio y el cobalto que se encuentra en las profundidades de la Tierra.
A este trabajo se dedicó Enki en el sur de África cuando llegó a la Tierra, con sus hombres. Los textos sumerios nos dan razón que los dioses anunnaki hacían trabajos tanto en las ciudades, como en las minas y de este modo, paulatinamente fueron colonizando la Tierra. En los textos se revela que 300 anunnaki del cielo o Igigi, que eran astronautas que se encontraban orbitando la Tierra sin aterrizar en ella.
Es muy posible, que a la Tierra llegaron varios grupos de 50 anunnakis, encabezados por Enki y casi todos ellos debían dedicarse al trabajo de las minas. Con el pasar del tiempo el flujo de anunnakis, que llegaba a la Tierra y luego los que ascendían a los cielos para regresar a su planeta de origen fue mucho mayor; pero con el tiempo se fue aumentando el número de anunnakis, que permanecían constantemente en la Tierra en el trabajo de las minas, creciendo el número de moradores permanentes de la Tierra, de unos 50 a unos 600 anunnakis.
Indudablemente era un pequeño número de trabajadores que se dedicaban a la minería, pero lo hacían con una alta tecnología. Es posible que el primer intento de extraer oro, lo hicieran, obteniendo los minerales que se encuentran diluidos en las aguas marinas, pues se sabe que ahí hay oro diluido y es posible que bajaran a los lechos marinos a buscar el mineral, en forma de nódulos del tamaño de una ciruela, que se encuentra en las grandes profundidades del mar. Ya hemos visto que los anunnaki, no tenían ningún problema para sumergirse en las aguas marinas, pues utilizaban especies de submarinos que llamaban Elippu tibi, que significa “barco hundido” y hemos visto también a los hombres pez que se encuentran asociados con Enki; pero es posible que hayan fracasado en esta manera de obtener el oro, por lo que se fueron a las minas del sur de África a extraer tan preciado mineral.
En muchos de los cilindros encontrados en la antigua Sumeria, se ven representaciones, donde se puede identificar los dioses trabajando en minas o en pozos mineros; en una de ellas se ve a Enki, en el mismo lugar donde se encuentra Gibil y donde hay otro personaje agachado trabando.
Según nos desvelan los textos babilónicos y sumerios, los hombres tanto jóvenes como viejos, eran condenados a trabajar en el mundo inferior. Trabajando en el interior y comiendo tierra, se encontraban condenados a nunca volver a su hogar; de este modo, la palabra sumeria kurungia, adquirió la connotación de “país sin retorno” o en un sentido más literal, donde los dioses que trabajan, en profundos túneles, amontonan minerales. En los textos sumerios se nos dice que cuando Ishtar bajó al mudo inferior, vio a los atareados anunnaki comiendo sus alimentos mezclados con barro y el agua que bebían se encontraba enfangada y en este sentido, encontramos un texto sumerio antiguo que nos dice: “cuando los dioses igual que los hombres tenían que trabajar”; y se entiende que es una expresión, de dolor y de sufrimiento, donde los dioses se quejan, porque según los textos sumerios los hombres fueron creados para hacer el duro trabajo de los dioses y nunca trabajaron a la par, sino que el hombre se convirtió en un esclavo y servidor de los dioses, luego de que fue creado y los remplazara en el duro trabajo de las minas.
Los investigadores W.G Lambert y A. R. Millard, con los fragmentos de tablillas de versiones asirias y babilonias, reconstruyeron un texto continuo, que llevaron a concluir a estos investigadores que los relatos se basaban en textos sumerios más antiguos, de tradiciones orales, que narraban la llegada de los dioses primitivos a la Tierra, la creación del hombre y su destrucción por el diluvio.
En estos descubrimientos se nos relata, que los anunnaki vivían en la Tierra y debían trabajar igual que el hombre y que esto les producía mucha aflicción.[A1]  Mientras los dioses trabajaban en la Tierra, los dioses mayores ya se habían repartido la Tierra y que el duro trabajo al que los tenían sometidos los dioses mayores desencadenó un motín.
Como hemos visto, el señor de la tierra era Enlil y ante el motín de sus súbditos, los amenazó con duro castigo, pero su canciller Nusku, le sugirió que consultara a los dioses mayores. Anu fue informado del motín y vino a la Tierra y reunido también con su hijo Enki se entrevistó con los amotinados; Anu sugirió que se llevara a cabo una investigación y revestido con la autoridad de Anu, Nusku el canciller de Enlil, trató de indagar quién había sido el instigador de la revuelta, pero no logró hallar el culpable y, al contrario, tuvo que recibir la queja de los anunnaki, por el duro trabajo.
Cuando Enlil escuchó a su canciller Nusku la relación de quejas que le hacían sus súbditos, le corrieron las lágrimas por sus mejillas y presentó un ultimátum y amenazaba con ejecutar al líder de los amotinados y Enlil instigaba a su padre a que también tomara represalias, pero Anu le dio la razón a los agotados anunnaki y animado por las palabras de su padre, Enki se atrevió también a hablar y le dio un resumen a su padre de la dura condición de los trabajadores, y también le planteó una solución: la creación de un trabajador primitivo, que asumiera el trabajo de los anunnaki, y todos aclamaron unánimemente, ¡que se cree un Luu, un trabajador primitivo, para que cargue con el trabajo duro de los dioses!
Según los científicos, los homínidos del género homo, son el producto de la evolución, pero el homo sapiens fue producto de un hecho repentino y que desconcierta porque apareció de pronto en la Tierra.
De acuerdo a algunas interpretaciones que se hacen de los textos sumerios, el hombre fue creado por los anunnaki, para que los trabajadores de las minas fueran relevados en su ardua labor y ellos pudieran dedicarse a descansar y a pasar bien[A2] ; de modo que el hombre surge como un esclavo de los dioses. Según los que interpretan los textos sumerios de este modo, dicen que los dioses anunnaki, llegaron a la Tierra hace unos 450.000 años y que el hombre fue creado en la Tierra hace unos 300.000 años.
Según los propiciadores de esta interpretación de los textos sumerios, Enki buscó la forma de crear este ser primitivo que se pudiera dedicar al trabajo de las minas y ellos mismos se dijeron llenos de emoción: “la criatura existe, sujetad a ella la imagen de los dioses”. Esto quiere decir que los anunnaki tomaron una criatura de las que ya existía dentro del género del homo y la manipularon genéticamente hasta crear el hombre moderno tal como lo conocemos; es decir, tomaron un homo-erectus o simio primitivo y le implantaron los genes de los anunnaki.
Según los científicos hace unos 435.000 años, las capas de hielo de la Tierra empezaron a derretirse y se fue conformado un clima cálido que hizo que apareciera sobre la faz de la Tierra abundante vegetación, que proliferara el alimento para los animales y también se aceleró la aparición y la expansión de los simios de aspecto humano o llamados “homo-erectus.
Existieron varios hombres simios desde hace varios millones de años, que vivían en medio de las estepas del bosque; que podían vivir en manadas o en grupos sociales rudimentarios; algunos de estos hombres simios llegaron a trabajar herramientas con la madera y los huesos; a refugiarse en las cuevas y a evitar el peligro, por un instinto de conservación.
Según los defensores de que los anunnaki fueron nuestros creadores, estos seres, necesitaban mano de obra para trabajar en las minas y vieron una posibilidad en las diferentes familias de primates que existían hace aproximadamente 300.000 años y por lo tanto, tomaron una hembra de una especie de estos primates y le insertaron un espermatozoide de un macho anunnaki, mediante procedimientos genéticos avanzados.[A3] 
Debían perfeccionar a estos primates para que fueran capaces de agarrar herramientas; perfeccionar su capacidad cerebral, que le permitiera comprender palabras y órdenes, y necesitaban que tuviera la suficiente inteligencia para que fuera un ser útil y pudiera comportarse como un siervo.
Evidentemente pensar que el ser humano fue creado por extraterrestres, para luego convertirlo en su esclavo y que los seres humanos fueran su creación para sus intereses egoístas y para descansar de sus trabajos, es una idea mezquina que no corresponde al Dios que nos revela la Biblia Cristiana y especialmente, el Dios que nos revela Jesucristo. En los textos sumerios y en posteriores acontecimientos, no podemos inferir que Enki sea el padre de Jesucristo, como lo están llegando a afirmar algunas personas que piensan que los anunnaki fueron nuestros creadores, nuestros manipuladores y dominadores y que actualmente nos siguen dominando.
No hay nada en el texto bíblico que nos haga pensar que somos la obra maestra de un grupo de extraterrestres, que a partir de la ingeniería genética decidieron crearnos. No hay ningún problema en pesar que Dios puedo haber hecho evolucionar a los seres humanos de una especie primigenia como lo creen algunos estudiosos del tema; pero es una idea que está ausente en el Texto Sagrado para los cristianos.
La biblia cristiana nos hace entender claramente que el hombre procede de Dios y este acto creador de Dios, se dio con la formación de la primera pareja humana como se explica reiteradamente en el libro “Historia Primitiva de la Humanidad”, de John Henry Builes. 
De la biblia cristiana, podemos intuir que Dios es un Dios bueno, amoroso y generoso para con el ser humano; no vemos trazos de egoísmo de parte de la divinidad en crear una criatura, para que le sirva de comer, ni para que trabaje en las minas, ni para que sea el esclavo de Dios; al contrario, nos creó por amor para que seamos felices, para que vivamos para siempre y vivamos en libertad y el mejor testimonio de esto es la Cruz en la que murió Jesús, donde lo único que se puede leer es perdón y amor.
El texto Bíblico es enfático en presentarnos un Dios bueno, que hace su obra con maestría y que crea un ser humano con libertad y a su imagen y semejanza; el único precepto que Dios le pone al hombre es que no coma del árbol de la vida y de la ciencia del bien y del mal.  Ya se ha explicado en qué consiste el árbol de la vida y porqué al comer este árbol, cambiarían las cosas radicalmente para el ser humano, como de hecho sucedió según los escritos de John Henry Builes.
El hombre antes de comer del árbol de la vida, tenía una justicia original, que a la vez le daba una santidad original, una bondad original, una perfección original, una inocencia original y una belleza original. El hombre no nació para ser esclavo y un servidor de los dioses, pues el verdadero Dios no necesita ser servido por los hombres. El hombre nació de un puro acto de amor de Dios, donde no existía ningún interés de parte de Dios, pues Dios no necesita de los hombres y de la creación para nada y si la ha creado es para amarla, porque Él es solo amor.
Dios al crear al hombre, le da la oportunidad de acercarse a Él y de compartir su misma gloria, pero sin quebrantar los mandamientos; Dios no los impuso al hombre para hacerle daño, sino al contrario, para librarlo del peligro de convertirse en una bestia y en un animal, y esta fue un de las consecuencias del pecado original. El hombre desobedece a Dios y rebasa los límites permitidos, que lo llevan a caer por un abismo; lo único que ha hecho Dios, es el tratar de salvar al hombre del abismo al cual, siempre ha querido lanzarse.
No hay ningún fundamento bíblico, para llegar siquiera a pensar que el hombre debe ser un esclavo de Dios. De hecho, lo somos, porque Dios es Dios y puede hacer lo que se le antoje con una criatura pequeña, como una hormiga, en términos de los anunnaki; pero antes de tratarnos como esclavos, ha querido tratarnos como hijos y amigos, y enseñarnos los secretos de su amor.
Es verdad que la biblia cristiana fue escrita con antropomorfismos; es decir, que Dios puede ver, que Dios se paseaba por el Jardín del Edén, que Dios lucha con Jacob, etcétera.; pero el Antiguo Testamento se diferencia sustancialmente de los escritos sumerios, al presentar un Dios omnipotente, un Dios omnipresente, un Dios omnisciente, que se diferencia diametralmente de su criatura. En el Antiguo Testamento, Dios aparece como Dios y la criatura aparece como lo que es, y aunque puede aparecer como cruel y despiadado en ciertas ocasiones, hay que recordar que los textos fueron escritos por personas con limitaciones humanas que dejaron el toque de subjetividad en los escritos.
Ningún pueblo de la antigüedad (sumerios, hititas, hurritas, acadios,  babilonios, asirios, griegos, egipcios, etc.), fueron capaces de hacer un dios muy por encima de las criaturas y amoroso. Los dioses de la antigüedad, más parecían humanos que dioses; tenían los mismos caprichos humanos, necesitaban comer y dormir, como también descansar; eran tremendamente celosos; cometían adulterios, se mataban entre ellos y de dejaban llevar por todas las pasiones humanas de todo hombre y mujer. Esta es la prueba evidente que, en ninguno, ni uno solo de los textos de la antigüedad, son escritura divina, aunque tampoco se puede decir que en ellos no se puedan encontrar algunos vestigios de la verdad.
Según la teología del Antiguo Testamento, no hay bases para afirmar que algún ser extraterrestre nos creó, de esto no hay siquiera indicios en la Sagrada Escritura cristiana. Tratar de decir, que el querubín que cuidaba la entrada del paraíso con una espada de fuego en la mano, para que el hombre no pudiera regresar al lugar de donde fue arrojado, es un extraterrestre con una espada laser en sus manos, como en la guerra de las galaxias; o que el arca de la alianza no podía ser tocada por ningún israelita, porque era una potente batería eléctrica, que expedía un campo electromagnético, entre otras cosas, son ideas que no se pueden sostener y fundamentar y aun argumentar con cierta solidez; en otros pasajes de la biblia vemos que el rey David, tocó el arca de la alianza sin morir y no hay nada que nos dé siquiera indicios de que desconectó tal batería para poder hacerlo.
Según el Antiguo Testamento, el hombre no fue creado por los extraterrestres y si el profeta Elías fue llevado por una nave extraterrestre, entramos en contradicción con las palabras de Jesús, cuando los judíos esperaban el regreso de Elías, Jesús en su vida pública, dijo que Elías ya había venido en la persona de Juan el Bautista, el más grade hombre nacido de mujer.
Podemos inferir teológicamente, que el profeta Elías pudo haber sido llevado directamente al cielo sin pasar por la muerte; que el mismo Dios experimentó por amor. El hecho, de que Enoc y Elías hayan sido llevados al cielo, sin pasar por la muerte puede ser algo que confunda a muchos teólogos, pues el mismo Jesús experimentó la muerte y una muerte de Cruz. Que Enoc y Elías hayan sido llevados al cielo sin experimentar la muerte, es prueba evidente de lo que hubiera sucedido con el hombre si no hubiera pecado alejándose del proyecto divino. Todos los hombres y mujeres, después de haber disfrutado en esta tierra con los dones naturales a plenitud, los dones preternaturales y los dones sobrenaturales; hubieran sido glorificados en su cuerpo y alma instantáneamente, sin experimentar el miedo y el dolor de la muerte.
No es posible pensar, según la biblia cristiana, que somos obra de los extraterrestres y que fuimos hechos a su imagen y semejanza, pues esto no corresponde al Texto Sagrado de los cristianos y desdice a un Dios que solo es amor.
Si fuera cierto que fuimos creados genéticamente por los anunnaki u otra clase de seres; debemos hacernos otra pregunta: ¿quién creó a los extraterrestres? Y al final tendríamos que llegar al mismo punto: Dios es el creador de todo lo que existe y los mismos extraterrestres, no pueden escapar de su obra creadora. Si no existiera Dios, no tendría por qué existir la Sagrada Escritura y un mensaje teológico tan preciso que ahí se nos presenta, y que nos testifica un Dios de amor y que pueblos mucho más elevados culturalmente que los hebreos, no fueron capaces de igualar; empezando por unos dioses tan imperfectos como los de los sumerios, aunque ya hemos dicho que somos herederos de su avanzada cultura, pero en su religión, sus principios eran insipientes.
El pueblo de Israel fue mucho más atrasado culturalmente que otros pueblos de la antigüedad; pero sus conceptos teológicos de Dios, desbordan todas las cosmogonías y teologías de los pueblos antiguos. Los mismos filósofos de la naturaleza de la antigua Grecia, que existieron mucho antes que Sócrates, comenzaron por someter a la duda muchos mitos antiguos en los cuales se fundamentaban las religiones antiguas, precisamente por la imperfección de estos supuestos dioses; dioses que en todo reflejaban las mismas pasiones humanas y que eran tremendamente egoístas en su generalidad.
Algunos podrían argumentar que los egipcios tenían un sistema religioso más sólido y elaborado y que el cristianismo bebió en sus fuentes de esta cultura; por ejemplo el mito de Osiris e Isis, que eran hermanos y esposos a la vez y que engendraron a Horus y se ven representaciones egipcias donde Isis, está cargando a su hijo Horus y algunos han identificado a la Virgen María y Jesús con este mito; o el juicio por el que tiene que pasar el alma en el mundo de los muertos donde el corazón es pesado y debe tener un equilibrio con la justicia, para poder entrar en el paraíso de los justos o “el país de los juncos”, una analogía de lo que debe pasar el alma en el juicio ante Dios, antes de entrar en el cielo. De todo esto se pueden encontrar muchas similitudes, pero no verdades concluyentes.
Si la vida hubiera evolucionado en otro planeta o en el duodécimo planeta, Dios tendría que haberlo hecho saber a través de la revelación bíblica, como lo hizo con muchas otras cosas, que hubiera sido imposible que las conociéramos por nuestra propia inteligencia, y si no lo podía hacer de forma evidente y directa por el grado de progreso cultural de los pueblos y su grado de civilización rudimentario, debió haberlo dejado implícito por lo menos en el Texto Sagrado, como lo hizo con otras cosas. Para una persona de buen corazón y que busca la verdad, al encontrarse con la figura de Jesús no puede sentirse decepcionado, porque puede encontrar en Él, una persona de confianza que dice la verdad, que es bueno y no nos puede mentir ni ocultarnos cosas importantes como estas; simplemente no dice nada en los evangelios canónicos, ni en los apócrifos, que posiblemente estuvieron muy sujetos a manipulaciones humanas; al respecto no hay nada.
En el Texto Sagrado no hay nada que nos haga pensar que la vida se originó en otro planeta. Hay indicios que nos pueden hacer pensar en otros seres que pueden ser llamados como alienígenas o extranjeros; de hecho, la traducción de la Sagrada Escritura Nacar Colunga, en uno de los Salmos dice explícitamente: “líbranos Señor de los alienígenas” y muchas de las malas traducciones, después del año de 1960, empezaron a traducir: “libramos Señor de los extranjeros”. Podríamos llegar a pensar que esta palabra se encuentra haciendo referencia a los seres de otros planetas y es muy factible.
El Texto Sagrado nos puede dar indicios de que existen seres en otros planetas y no solamente en los salmos, sino también en el libro de Ezequiel, donde se nos hace referencia a un gran número de aparatos voladores. Un experto de la NASA analizando los textos del profeta Ezequiel, dijo que prácticamente se encontraba describiendo un helicóptero. Es evidente que, en la Sagrada Escritura, hay referencias implícitas a seres que tienen una avanzada tecnología, pero en ningún lugar el texto bíblico nos da la menor seña, de que la vida se originó fuera del planeta.
Si la Sagrada Escritura fuera pura invención humana, como lo son los escritos sumerios que hacen referencia a los anunnaki, podríamos pensar cualquier cosa y considerar que la vida se originó fuera del planeta, sería lo mismo que decir que la vida se originó en el planeta; pero al considerar que la Sagrada Escritura no es invención humana, sino divina, aunque fue escrita por humanos limitados, solo nos queda pensar, que la vida humana tal como la conocemos se originó en la Tierra; pues de lo contrario, un Dios bueno que es el que rige el universo, no lo hubiera hecho saber, como también nos ha dejado indicios de que existen otros seres de avanzada tecnología, que aunque todos estamos unidos genéticamente, hemos tomado caminos diferentes y todos estamos dentro del proyecto divino, según el libro “Historia primitiva de la humanidad” de John Henry Builes.
Esta realidad, debe partir desde el punto que Dios no puede mentir y que siempre debe decir la verdad. No podemos buscar una verdad que no existe en el Texto Sagrado, es decir, que la vida tuvo origen fuera de nuestro planeta. Pero sí podemos buscar la verdad que sí existe en la Sagrada Escritura: que el hombre y la mujer tal como los conocemos tuvieron origen en nuestro planeta; pudo haber sido que el planeta Nebiru le comunicó la vida vegetal y animal a la Tierra y es posible que se haya dado el choque interplanetario, esto en nada se opone al Sagrado Texto; pero lo que no es posible, es que la vida humana haya venido de Nebiru. No es posible que los anunnaki existieran antes que el hombre, porque la Sagrada Escritura no nos da indicios de esto.
Debemos pensar más bien en otra posibilidad diferente, que se encuentra más acorde con el Texto Sagrado. Que la vida humana se originó en la Tierra y luego de pasados muchos siglos, la civilización humana progresó tanto que fue capaz de hacer viajes interplanetarios y poder alcanzar el planeta X o Nebiru o duodécimo planeta o Ercobus, o como quiera que lo llamen. Al final, la existencia de habitantes de este planeta y de cualquiera que se encuentre dentro del rango de un viaje espacial, no se opone a la revelación bíblica.
Los indicios que hoy encontramos, nos hacen pensar cada vez más, que pudieron existir civilizaciones humanas más adelantadas tecnológicamente que nosotros antes del diluvio universal o conflagración mundial; en nada se opone al Texto Sagrado y como hemos dicho, algunos versículos de la Sagrada Escritura nos lo hacen intuir, de forma implícita. Es posible pensar que estos hombres y mujeres anti-diluvianos hubieran podido refugiarse en el interior del planeta o en otro planeta; es factible pensar que estos seres oprimieran con su civilización mucho más adelantada tecnológicamente a otras civilizaciones de menor progreso cultural y ciencia; siempre es posible pensar que los más fuertes quieran hacerse pasar por dioses ante los más débiles; es acertado y lógico pensar que los famosos dioses anunnaki, no fueran más que simples seres humanos de antes del diluvio, con una asombrosa civilización, que supera con creces a la nuestra, que hayan influido culturalmente a un pueblo como los sumerios y que morfológicamente tienen algunas diferencias, como su gran estatura y algunos con características de reptiles, debido a la manipulación genética.
De este modo, podríamos seguir dando posibilidades, y decir que existen multitud de razas, pero que todas tienen un solo código genético común y un Dios bueno y amoroso empezó todo esto y aunque parezca increíble, lo empezó en este planeta y de este planeta han salido los seres que pueblan otros mundos y este planeta será siempre el centro de los mundos y de los universos, aunque algún día no sea más que una roca muerta viajando en el espacio y luego se trasforme en un lugar más hermoso del que es hoy. Este planeta es y será siempre la casa de Dios, aunque existan o existirán millones de civilizaciones en otros mundos y planetas, según las ideas de John Henry Builes.
No es conveniente pensar que los anunnaki vengan de otro planeta a implantar la vida en la Tierra, porque el Texto Sagrado no nos dice nada al respecto y nos da una versión totalmente opuesta de los hechos. La Sagrada Escritura a través de una historia, que a la vez es una analogía, también nos dice, que la vida humana fue creada directamente por Dios, con la creación de un primer hombre y de una primera mujer; que fruto del pecado del hombre se contaminaron los hijos de Dios y se crearon los hijos de los hombres; que los hijos de Dios se hibridaron con las hijas de los hombres, dando lugar a una nueva raza; que el árbol de la vida puede representar a una Eva, que hemos llamado en estos escritos y en otros “La Eva bestia”;  y que de Adán y de la Eva bestia, nació Caín, padre de los hijos de los hombres; que de la Eva Humana, brotó Set, padre de los hijos de Dios; que los hijos de Dios tenían dones naturales a plenitud, dones preternaturales y dones sobrenaturales, hasta antes de perder la gracia, que les permitió desarrollar una civilización tremendamente adelantada que supera la nuestra; que tanto los hijos de Dios, como los hijos de los hombres se extinguieron dando paso a una nueva raza; que la humanidad que actualmente ronda los 7.000 millones de personas que vive en la superficie del planeta, es descendiente directa de los tres hijos de Noé; que en los seres humanos que habitaban la Tierra antes del diluvio, podrían encontrarse tanto hombres y mujeres de tres metros de altura o bien de 1,50 metros de altura; que en esa Primera Tierra había muchos animales salidos del laboratorio que generaron los mitos antiguos de la humanidad; como el centauro, el grifo, el hipogrifo, la manticora, el minotauro, los cíclopes etcétera.; que algunos hombres y mujeres de la Primera Tierra, escaparon del diluvio y conservaron su tecnología o en el interior del planeta o fuera de él; que los seres más fuertes prevalecen sobre los más débiles, de modo que los hijos de los hombres terminaron extinguiéndose por completo; que los famosos extraterrestres o los intra-terrestres no sean más que seres de la Primera Tierra con rasgos de las características de los hijos de Dios, lo que los puede hacer un tanto diferentes a nosotros y así podríamos seguir sucesivamente, contemplando las posibilidades que no riñen con los textos de la Sagrada Escritura, según las ideas de John Henry Builes.

Como cristiano que soy, no puedo dudar de Jesús y su enseñanza; no podemos dudar del Antiguo Testamento, porque sus enseñanzas avalan las enseñanzas de la Nuevo Testamento. El único criterio de verdad que tenemos los seres humanos de esta Tierra, es Jesús, y no puede haber más, porque Jesús es Dios y Dios hecho hombre; y ya que Jesús es la única verdad factible y creíble, muchos tratan de desfigurarla y sembrar la confusión; todo misterio que queramos comprender debemos hacerlo desde Jesús. Todo punto de apoyo para poder construir, debemos hacerlo desde Jesús; a todo punto final que queramos llegar debemos tenerlo a Él siempre presente; pues de lo contrario, nos veremos envueltos en la confusión y en la mentira y jamás podremos construir una civilización sólida, pues lo estaremos haciendo mal, como aquel hombre insensato que decidió construir su casa sobre arena, llegaron los vientos y derrumbaron toda civilización humana, que se trate de construir, sin tener a Jesús como principio.
 No es bíblico pensar que existan portales dimensionales que nos comuniquen con el mundo material o con el mundo espiritual que estén fuera del alcance de Dios. Se ha llegado a pensar que los antiguos lemurianos eran más adelantados espiritualmente que los antiguos atlantes; recordemos que el antiguo continente perdido de Lemuria se encontraba en lo que en la actualidad es el Océano Pacifico y que recibió en el pasado el impacto de un meteorito; en las costas del Océano Pacifico se encontraban los japoneses y demás culturas orientales, muy inclinados la meditación y al cultivo espiritual, especialmente por parte de algunos monjes budistas, herederos de la mística de los antiguos lemurianos y que los occidentales somos herederos en cierta forma de la civilización de los atlantes.
 Mientras los hombres y mujeres tengamos carne material y no hayamos recibido nuestro cuerpo glorificado a imagen de Jesucristo, siempre estaremos limitados; los que hayan sido buenos, no necesitaremos de estos portales, porque en nuestro cuerpo de materia espiritualizada podremos viajar por el universo a la velocidad del pensamiento; podremos visitar todos los universos físicos en un solo instante y no necesitaremos de naves espaciales ni de ningún aparto de la tecnología humana para hacerlo; nuestro cuerpo gozará con las cualidades que nos permitirá hacer esta hazaña y otras que nosotros no alcanzamos a imaginar; pero es imposible que estas realidades se hagan concretas en nuestra vida, pensando que si hago meditación y practico el yoga, y aunque no lleve una vida ajustada a lo que Jesús me pide en los Evangelios, voy a trascender a una dimensión donde se acabarán mis problemas; al contrario, aunque lo crea o  no lo crea, empezarán mis verdaderos problemas, en un lugar horrible que se llama infierno, porque muchos portales pueden conducirnos a este lugar, y es posible que algunos estén administrados por demonios, aunque no todos, pueden existir portales creados por otras razas de seres humanos que viven en las estrellas.
No es posible pensar que los anunnaki sean los creadores de la humanidad, porque no es bíblico, la Sagrada Escritura, no hace la más insignificante afirmación de que las cosas puedan ser de este modo. Hay más evidencias históricas, culturales y teológicas que nos lleven a pensar que la Biblia es un libro de revelación divina y que los escritos de los sumerios, son solo invención humana; por lo tanto, todo ser prefiere creerle al Dios verdadero y quiere encontrar la verdad que solo puede estar en Dios y no quiere permanecer en el error y la mentira. Hay más posibilidades de permanecer en el error, creyendo que los escritos sumerios dicen la verdad sobre la creación del hombre; hay más posibilidades de permanecer en la verdad, creyendo que la Biblia nos dice la verdad y que en sus palabras resuena la voz de Dios. Es un error pensar que la Sagrada Escritura contempla la posibilidad que la vida de los seres humanos se originó por causas de seres de otros planetas; es un error pensar que todos los textos sumerios sean pura mentira o que no se ajusten a la realidad; debemos pensar que los textos sumerios nos trasmiten una parte de la verdad, puede ser también una gran mentira; debemos tener por más cierta la posibilidad de que la Sagrada Escritura nos trasmite una verdad completa y una verdad completa, siempre será una verdad.
Para mí han sido iluminadores los textos de John Henry Builes que hacen un esfuerzo, dice él, desde la revelación divina y desde la argumentación racional, para dar una explicación argumentativa y creíble a todos estos misterios en los cuales se cierne los orígenes primeros de la humanidad y la misma creación del hombre y la mujer.
Nuestros orígenes están envueltos en el misterio, pero Dios permite que surjan hombres que nos acerquen a la verdad y que nos ayuden a tener una mejor compresión de nosotros mismos y de nuestros orígenes.
Seguramente es cuestión de tiempo para que la gente empiece a descubrir que el mundo es gobernado por una elite oculta que se encuentra al servicio de los demonios y que tienen tratos con ellos; un gobierno que nos hace permanecer en el engaño y nos oculta la verdad; un gobierno que ha hecho tratos con razas de demonios encarnados o es posible también con seres humanos de la Primera Tierra y hayan recibido tecnología, solo para seguirnos oprimiendo y esclavizando; un gobierno secreto que tiene la cura de las enfermedades, la posibilidad que haya comida en abundancia para todos y que todos los seres humanos tengamos una vida digna. Un gobierno monstruoso que seguramente ya ha construido sus refugios en la Luna, en Marte, o en el interior de la Tierra y cuando se venga la conflagración mundial, todos tengamos que ahogarnos como ratas en un estanque mientras ellos intentan ser los próximos supervivientes de esta tierra, que John Henry Builes llama como la Segunda Tierra y esta tierra deberá pasar para dar origen a una nueva tierra y al final será Dios quien tenga la última palabra.






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