viernes, 21 de septiembre de 2018

Resumen del libro de John Henry Builes Gn 2, 16-19




La segunda humanidad viene desde el diluvio universal hasta nuestros días y es el producto de la hibridación, es decir, descendemos de un hijo de Dios que es Noé y que tiene sus genes puros y no contaminados con los genes animales y una mujer híbrida que ya había sido contaminada con los genes de los animales.

El pecado de Adán principal fue el de la rebeldía contra Dios; en primer, lugar no esperó a que la primera mujer que fue creada por Dios estuviera suficientemente formada para que fuera su pareja y procrear con ella, por lo que se unió a una hembra con características de animal y que sólo estaba destinada a convertirse en un puente y en un vehículo para la creación del hombre; pero Adán contrariando la voluntad divina, se unió a esta hembra y dio origen a Caín, contaminado con los genes humanos pero con parte de los genes divinos y al final los hijos puros de Dios se perdieron y todos resultamos siendo hijos de Caín y por consiguiente contaminados con los genes de los animales.

Con la creación de las otras especies en la Tierra se presentó un proceso de evolución guiado por Dios; pero para que se diera el origen de estos seres, al principio se dio una directa intervención de Dios.
Jamás se puede afirmar que el hombre haya evolucionado de seres microscópicos y debemos entender que el hombre fue creado en un estado de perfección original y jamás de evolución.

Veamos lo que dice el libro Historia Primitiva de la Humanidad:
“Podemos concluir que el hombre no pudo haber evolucionado de seres microscópicos, porque tiene un principio activo que es masculino y femenino; también concluimos que en la naturaleza los seres (tanto animales como vegetales) que tienen este principio activo, femenino y masculino, no han evolucionado de organismos unicelulares o microscópicos.
Así mismo, es bueno anotar que, en el hombre y la mujer, el principio activo masculino es primero, y que solo en segundo lugar se encuentra el principio activo femenino, lo cual se deriva en la forma en que Dios creó al hombre y a la mujer, pues el hombre fue creado primero por Dios y con su intervención; el mismo hombre dio origen a la mujer, aportando su principio activo masculino, expresado en un espermatozoide gestor de la vida en sus causas naturales y en un óvulo femenino en sus causas sobrenaturales, por lo que el hombre puede ser llamado “padre de la mujer”.Pero en los animales más complejos y superiores sucede lo contrario; el principio activo femenino es primero que el principio activo masculino, pues todas estas especies tuvieron como fuente de origen una hembra primigenia que los lanzó a la existencia con la intervención de Dios, y lo mismo sucedió con algunas plantas” (Historia primitiva de la humanidad, página 105).

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