La Trinidad
Santa: Padre, Hijo y Espíritu Santo, quiere que Adán sea un icono de la Trinidad
y no se degrade ante la tentación del mal: “El
hombre ya se ha hecho uno con nosotros”, es decir, se ha apartado de Dios y
se hace una creatura infeliz fuera de su Creador; luego del pecado el hombre
tendrá que esforzarse por apartarse del mal e inclinarse al bien.
El demonio
engaña al hombre y le promete cosas que no puede cumplir y como este ser no
puede hacer daño a Dios, quiere vengarse con el hombre haciéndolo sufrir en su
vida terrena y luego en el infierno.
El hombre al
caer en el error, pierde sus dones sobrenaturales, preternaturales y sus dones
naturales son afectados, y debe abandonar el paraíso, perdiendo su estado de
justicia e inocencia original y con el pecado el hombre perdió parte del
espíritu divino.
Con el bautismo volvemos
a realizar una nueva alianza con Dios y somos adoptados nuevamente como hijos
de Dios, si sometemos nuestra voluntad humildemente y combatimos la rebeldía y
la desobediencia de Adán; de este modo quedamos capacitados para recibir muchos
y mejores dones, que los que teníamos antes de la caída.
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