El
autor dice que la Biblia nos presenta la visión de que los animales se
encuentran al servicio del hombre y la mujer, y que puede servirse de ellos
tanto para alimentarse como para alivianar su trabajo; los animales nunca se
encuentran en igualdad con el hombre, sino que el hombre se encuentra por
encima de los animales y las plantas porque posee el espíritu divino.
En
este sentido tanto el hombre como la mujer son señores de la creación y deben
administrarla con prudencia y amor, y esto implica que en la maldad no se debe
hacer sufrir a la creación, sin olvidar que el verdadero dueño de la creación
es Dios y que no hay que pedirle permiso a la creación para disponer de ella
como se insinúa en la película de Avatar dirigida por James Cameron, sino que
todo es un don de Dios y a Él es al único que hay que agradecer.
La
vida humana fue hecha a imagen de Dios y por consiguiente nadie puede disponer
de ella, y de aquí y del ser persona
deriva toda dignidad humana; el hombre recibe de Dios un mandato explícito de
preservar la vida de modo que a nadie se le hace lícito derramar sangre humana,
de modo que la vida debe entenderse como un don sagrado.
En
este sentido no se puede consentir ninguna práctica moderna de aniquilación de
la vida como el aborto, la eutanasia y otras maneras de segar la vida, a no ser
que haya que aniquilar otro ser humano que se encuentre aniquilando otros seres
humanos y esto sea necesario para parar un ciclo de muerte.
Pero
las cadenas de muerte se van a encontrar en todos los pueblos de la humanidad,
especialmente desde Noé, que se originan varios pueblos que reciben bendiciones
y maldiciones de este patriarca.
De
Cam un hijo de Noé desciende dos pueblos que son los egipcios y los cananeos;
el pueblo de Israel contrario a lo que puedan considerar algunos mirando la Biblia
de forma ligera, fue un pueblo que mantuvo buenas relaciones con Egipto y en
muchos momentos fue refugio para las calamidades de Israel y en la antigüedad
podía ser considerado un pueblo hermano de los israelitas, de modo que estos
pueblos en el origen israelí se consideraban una bendición mutua y no había
derramamiento de sangre entre estos dos pueblos.
La
maldición de Noé se ve más bien reflejada en Cam y sus descendientes; de Cam se
deriva el nombre de Canaán y es posible que desde aquí se desprenda el nombre
de Egipto y esta palabra se deriva de la raíz hebraica Kime; la historia nos demuestra que Israel luego de salir de Egipto
se adueña de la tierra de Canaán, de modo que todos los cananeos quedaron
sometidos a la tierra de Israel y entonces se cumple la maldición de Noé: que
Cam será esclavo de los esclavos de sus hermanos.
El
pueblo de Israel desciende de Sem, que es el hijo mayormente bendecido de Noé y
la bendición también llega a través de Jafet, indicando con esto que la
descendencia también se va a dilatar a través de este hijo de Noé; el autor nos
hace ver que estas maldiciones o bendiciones que implican el derramamiento de
sangre se producen a través de las viñas; la Biblia pone el origen del vino en
Noé, mientras que para los egipcios y los griegos era de origen divino.
El
autor vuelve a recordar que Noé es el último hijo de Dios en la Segunda Tierra,
por lo que se hace fácil explicar que conocía las técnicas del vino que
dominaban muy bien los habitantes de la Primera Tierra debido a la tecnología
avanzada de la que disponían.
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