Teológicamente no es posible pensar en que
los ángeles tienen cuerpo material y puedan tener relaciones sexuales con otro
ser corporal, porque los espíritus puros que no pueden interactuar directamente
con la materia.
Un ángel no puede ocupar ningún espacio y
lugar y no se encuentra sometido al tiempo, ni se puede encontrar en ninguna
dimensión, pero esto no excluye que puedan interactuar en el tiempo y la
materia.
Los ángeles pueden tomar un cuerpo aparente
y pueden interactuar con la materia indirectamente; en este sentido pueden
efectuar los fenómenos naturales y las leyes físicas y químicas.
En este sentido podemos entender los mitos
de la antigüedad, que fueron creados para tratar de entender lo que el hombre no
alcanza a entender; en la historia se perdieron muchas cosas con el tiempo y
solo quedaron algunos vestigios, lo que hace muy difícil una reconstrucción
exacta de los hechos; se puede decir que luego del diluvio se perdió toda la
historia de la Primera Tierra, la tecnología, la ciencia, la cultura y las
civilizaciones, y solo nos quedaron vestigios muy remotos y fragmentarios, que
hacen muy difícil una reconstrucción histórica.
Hace 12.000 años, surgieron nuevos pueblos
y ciudades, y en tecnología empezaron de cero; no hubo oportunidad para que
generaciones pasadas pudieran transmitir los avances tecnológicos a las nuevas
y así poder continuar con el avance de la ciencia, la cultura y la
civilización.
Las personas que quedaron en la superficie
de la Tierra luego del diluvio, no tenían las mismas condiciones de las
personas anteriores del diluvio, en cuanto a inteligencia, longevidad y dones
preternaturales, debido a la hibridación que experimentó el hombre; los
habitantes de la Segunda Tierra son descendientes de Noé y de una mujer
híbrida.
Esto no excluye que los gigantes de los que nos hablan los mitos antiguos, siguieran
existiendo en la Segunda Tierra; de
modo que en los mitos se encuentra escondida una parte de la realidad.
Muchos pueblos de la antigüedad llegaron a
creer que estas personas gigantescas eran dioses o semidioses, especialmente
haciendo referencia a algunos habitantes de la Primera Tierra que todavía
conservaban cualidades sobrenaturales y estos seres fueron los que también
posiblemente dieron origen a los gigantes y a quienes se les puede indilgar las
grades construcciones de la antigüedad.
Según John Henry Builes estos gigantes no
son ni dioses, ni hijos de dioses, son más bien un rezago de la civilización
perdida de los atalantes y de otras civilizaciones perdidas que conocían la
clonación y la manipulación genética. Fruto de estas manipulaciones genéticas
de los habitantes de la Primera Tierra tenemos también seres extraños como los
que aparecen en los mitos antiguos: el centauro, el minotauro, las sirenas etc.
El autor sostiene que siguen existiendo
seres extraños que son creación de laboratorios y que en varios países han
visto seres extraños como el denominado “chupa
cabras”, pues aparece ganado muerto y su sangre ha sido extraída por un
animal que parece que la ha succionado.
En conclusión, los habitantes de la Primera
Tierra fueron tentados por el demonio y perdieron el carácter divino por motivo
de la hibridación con los animales agotando el espíritu divino; perdiendo lo
más noble, lo más bello y sublime en estos humanos de la Primera Tierra.
Los hijos de Dios fueron llamados en la
mitología de los pueblos antiguos con nombres tales que nos son familiares:
Atlas, Poseidón, Adonis, Mitra, Júpiter, Zeus, Osiris, Siva, Visnú etc.; se hicieron
adorar como dioses y llevaron a los hombres antiguos a dar culto a los
demonios, siendo solo hombres y mujeres mortales.
Los habitantes de la Primera Tierra y
especialmente los conocidos con el nombre de “hijos de Dios” (diferentes a los
“hijos de los hombres”), se dejaron tentar por los demonios y manipularon los
genes y el ADN de la vida, corrompiendo lo que es hermoso y dando origen a
animales y seres no queridos por Dios; de modo que los habitantes de la Primera
Tierra se corrompieron grandemente y se presentó en un abismo y es un peligro
latente para los seres de la Segunda Tierra.
Aunque Dios permitió este mal en los
habitantes de la Primera Tierra y lo permite en los habitantes de la Segunda
Tierra, Dios no se ha quedado dormido, ni se encuentra de vacaciones, pero al
contrario de esto, Dios es un ser bueno, que se interesa por el ser humano y
quiere lo mejor para el hombre.
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