miércoles, 5 de julio de 2017

John Henry Builes y el Dios del Antiguo Testamento.


David Parcerisa, es un hombre interesado por el misterio y se ha dedicado durante algunos años a desentrañar muchos misterios de la humanidad, especialmente a estudiar a los anunnakis, primero basado en los estudios de Zecharia Sitchin y luego, decepcionado de este asiriólogo, ha intentado buscar mejores tradiciones con otros asiriólogos como puede ser Samuel Noah Kramer, entre otros.
En sus interpretaciones, ha dicho que el dios sumerio Enlil y el dios del Antiguo Testamento eran la misma persona. Este dios es cruel con la humanidad y quiere dirigir la historia desde las sombras y esto se puede leer en un artículo publicado por este autor en: MysteryPlanet.com.ar: operación Yahveh: El dios extraterrestre que manipuló la humanidad.
En 1876, el asiriólogo inglés George Smith, publicó un estudio del relato caldeo del Génesis después de estudiar varias tablillas de escritura cuneiforme asirio-babilónicas, y el autor llegó a afirmar que múltiples pasajes de la Biblia, en especial en el libro del Génesis, son una copia casi literal de la epopeya de la creación babilónica, el Enuma Elish, un texto escrito en babilonio, mil años más antiguo que el texto bíblico.
Es bueno centrarnos en los dioses que se encuentran descritos en los textos de donde fue extractado este relato bíblico; el panteón sumerio tiene un total de 23 dioses que son una raza de creaturas sobre-humanas. Uno de estos dioses es Enlil, conocido como "el dios del viento y las tormentas", considerado comandate supremo de una misión terrestre, y este dios era célebre por su crueldad con el ser humano y su sed de venganza, odio y beligerancia, lo que lo llevó a enfrentarse con su medio hermano Enki “señor de la tierra”, que aparece como un dios más benévolo, e hizo al hombre depositario del conocimiento espiritual.
Estos textos sumerios, nos dicen que Enki fue el padre de la humanidad, pues fue un ingeniero genético que hibridó sus genes anunnakis con los homínidos Neanderthalensis; tomaron el óvulo de una hembra neandertal y lo fertilizaron con esperma anunnaki y luego, lo reimplantaron en una hembra homínida, primero fracasando en el intento, pues nacieron niños sin capacidades humanas y lo más importante, el raciocinio, y por lo tanto, no podían manejar herramientas; luego, reintentaron implantando el óvulo en el útero de una hembra anunnaki, la voluntaria para el experimento fue Ninhursag, hermanastra de Enki y Enlil y con esta hembra, el experimento tuvo éxito, pues engendró el primer prototipo semi-humano, a quien bautizaron “Adamu”, quien es formado de la arcilla, luego crearon a su consorte y la llamaron Tiamat.
De estos dos progenitores, la especie humana empezó a multiplicarse a lo largo de 3.000 años, llegando a robarse el alimento de los dioses, saqueando ciudades y degenerando a un estado primitivo, porque el gen anunnaki, terminó por disminuirse.
Luego del fracaso, Enki, Ninhursag y su hijo Ningishzidda, se dispusieron nuevamente a crear un nuevo ser humano, de nuevo con un proceso de manipulación genética; emplearon otra contenedora de vida, o su útero, de una anunnaki llamada Ninti y luego también se une Ninki, la esposa de Enki, realizando catorce inseminaciones con siete machos anunnakis y otras siete hembras y al cabo de diez meses y por cesárea de Ninhursag, sacan la primera creatura, que lo alza en sus brazos y grita “lo he creado… mis manos lo han hecho” y esto correspondería al pasaje del Génesis 1,26: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza por la tierra”.
Según muchas personas que interpretan mal el Antiguo Testamento, sin entenderlo y sin haberlo estudiado técnicamente, dicen que Yahveh puede ser identificado con Enlil, quien es un Dios vengativo, sanguinario, destructivo y odioso; veamos pues algunos pasajes del Antiguo Testamento, en el que muchos autores se fundamentan para realizar tales afirmaciones.

“Yahvé envió una epidemia a Israel, desde Dan hasta Beerseba” (2Samuel 24,11-15) y en Éxodo 32,26-28, ordena a Moisés que cada cual ponga la espada a su lado y que cada uno mate al otro, aunque sea su hermano, amigo o vecino; en Dt 22, 13-21 se nos dice, que si un hombre descubre en la noche de bodas que su mujer no es virgen, puede apedrearla hasta morir; también leemos en Dt 21,18-21 que si alguien tiene un hijo rebelde, que no hace caso cuando lo corrigen, debe ser sacado fuera de la ciudad y apedreado hasta morir; en Números 15,32-40 se nos habla de un hombre que recogía leña en el día del reposo y fue sorprendido y se lo trajeron a Moisés, a Aaron y a todo el pueblo presente y lo pusieron en la cárcel sin saber qué hacer con él, y luego Yahveh habla por boca de Moisés: “Irremediablemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento”; en Levítico 21,9 se nos dice, que si la hija de un sacerdote se prostituye, debe ser quemada viva; en Exodo 21,15 dice, que el que le pegue a su padre o a su madre, debe morir; en 2Reyes 2,23-24 dice que Eliseo maldijo unos niños, que se burlaron de él y en nombre de Yahveh salieron unos osos, que despedazaron 42 muchachos.
Son abundantes los textos bíblicos que nos hablan de la crueldad y beligerancia de Yahveh y que dejan desconcertados a muchos. El problema de esto, se da cuando se hace una interpretación literal de la Sagrada Escritura y se piensa que el acontecimiento sucedió tal cual es narrado por el autor sagrado.
Muchos escritores sagrados, escribían en nombre de Dios y lo hicieron con textos que son aprobados tanto por el judaísmo, como por el cristianismo; hay que entender que muchos de estos autores hablaban de manera subjetiva, en el sentido, de que dejan traslucir su parte humana, que se mezcla con el mensaje divino que está detrás de la Sagrada Escritura. Todos los textos de la Sagrada Escritura tienen un lenguaje divino, pero escrito con palabras humanas y detrás de estas palabras humanas, es necesario discernir la intencionalidad divina.
Es una gran equivocación, sacar un texto bíblico de su contexto, es decir, descontextualizarlo y tomarlo al pie de la letra, como si hubiera sido un suceso histórico que todos debemos creer. Es bueno saber, que todos estos textos tienen una intencionalidad teológica, que implica un estudio serio y concienzudo para poder descubrir su mensaje.
En nuestro tiempo, pueden aparecer muchos, que se autodenominan o son denominados por otros, como “conocedores del tema o expertos bíblicos”, que hacen una mala interpretación del Antiguo Testamento porque no lo alcanzan a comprender y porque no han intentado leer desde la perspectiva de Jesús.
En este sentido hay un hombre africano llamado David Cangá, que escribió un libro llamado “La conspiración del Ángel Gabriel”, diciendo que existen 4.000 millones de personas, -es decir el 60% de la humanidad-, adorando a un dios bárbaro, celoso y vengativo, que ordenaba quemar mujeres vivas sin compasión y asesinar niños de pecho, por las faltas cometidas por sus padres y afirma que la humanidad tiene un bloqueo intelectual, porque tiene un culto irracional a este ser.
Cangá, describe la columna de fuego que acompañaba al pueblo de Israel como una nave espacial y se pregunta este escritor: ¿Cómo pudo hacer una masacre de 185 mil hombres en una noche, en un campamento asirio? y responde diciendo, que los textos nos hablan de los escuadrones del cielo, que disparaban armas y rayos, que producían la ceguera, deduciendo de esto, que se trataba de modernas armas de plasma. Dice el autor, que la misma crueldad que tenía Yahvé, la tenía el dios sumerio Enlil, porque eran el mismo personaje, es decir, una entidad cruel, sanguinaria y vengativa, que se manifestó en dos culturas diferentes, como la bíblica y la sumeria.
Dice, que ambos personajes, son el mismo dios egoísta y que tiene las mismas pautas de odio y de recelo contra el ser humano y que tiene las mismas estrategias para generar guerras y matanzas entre ellos; los mismos engaños, las mismas promesas, los mismos rituales de sacrificios de animales y adoración, las mismas motivaciones para fundar religiones y dogmas con el fin de controlar la población mundial, para poder dividir y manipular a los pueblos.
En este sentido, también se va a expresar David Parcerisa en su libro “La conspiración anunnaki”, donde nos dice, que el dios sumerio Enlil, que era el máximo soberano de la Tierra y que tenía avanzados ejércitos y avanzada tecnología, para disfrazarse o revestirse con el disfraz de la divinidad y presentarse a los seres humanos; y además, todos los que se hacían pasar por dioses subalternos de Enlil, fundaron culturas y pueblos, para luego hacerlos que se enfrentaran entre sí, como en un tablero de ajedrez y todo esto, para causar dolor, que es como una fuente de alimentación energética de estas creaturas.
Según Parcerisa, estos dioses establecieron una línea monárquica, para imponer sus decretos y leyes, eligiendo a unos pocos humanos con los que se mezclaron sexualmente, prolongando su línea de sangre y según este autor, el ejemplo más claro, lo tenemos en la Biblia, con el rey David, quien no era un humano corriente, pues aun físicamente era diferente: con pelo rubio, ojos azules, piel rosada y quien tenía un gran poder para frenar a sus enemigos; además era un ser con sed de sangre, que se vengaba contra su propio pueblo y mataba a mujeres y niños con sus propias manos.
Cangá también va a afirmar del David bíblico, que mantenía un vínculo muy fuerte con la divinidad o con Yahveh, y que era sospechoso que este personaje fuera humano y que más bien se pareciera a Enoc, Noé y a Abraham que fueron concebidos con intervención directa de la divinidad anunnaki. Esta cercanía de David con Yahvé, implicaba que David tenía una genética anunnaki, que lo distinguía por su frialdad y el recto cumplimiento de las directrices que le daban, según Parcerisa.
Parcerisa dice, que el objetivo de estos dioses anunnakis, que se esconden bajo el velo de Yahvé, era el de crear detrás de la sombra, confusión y división, entre las diferentes razas de la Tierra y generar situaciones que favorezcan el conflicto, lo que producirá gran dolor en el ser humano, que luego servirá de alimento para estos seres de baja densidad y por lo tanto, estos seres, impiden que el ser humano progrese en un conocimiento espiritual y moral, sin detectar quiénes son sus carceleros y los que los aprisionan en su conciencia, para no poder adquirir suficiente poder para liberarse y ser un individuo independiente y escaparse del control, que reduce al ser humano, a un verdadero títere, condicionado su existencia.
Con Parcerisa y con Cangá, hay muchas personas que están pensando que somos alimento de entidades extraterrestres y que estas entidades siempre han estado con nosotros, pues son verdaderos maestros del engaño, que nos inoculan un veneno que nos mantiene tontos, corroyendo nuestra mente y así poder alimentarse de nuestra energía emocional, manteniéndonos en la ignorancia, divididos en fronteras y estados, en culturas y lenguajes opuestos, en tradiciones y culturas irreconciliables, en religiones que solo han causado muerte y desolación; y de otro modo, no se puede explicar la cantidad de sacrificios que exigían los dioses y especialmente, el del Antiguo Testamento.


Yahvé no se contenta solamente con la muerte del ser vivo, sino que hay que descuartizarlo, desollarlo y disponerlo de un modo adecuado, y Yahveh justifica este procedimiento, porque es un suave olor que lo apacigua y solo el rey Salomón, -nos dice la Biblia-, que sacrificó 22.000 bueyes y 120.000 ovejas ¿Cómo se puede entender que un Dios mande a hacer semejante sacrificio en un solo día? Se preguntan muchos, y por lo tanto, muchos consideran que esto solo puede ser obra de seres extraterrestres, que desean que los seres vivos emitan ciertas ondas cerebrales que los alimentan y que incluso pueden afectar la materia, y a estos seres, les interesa que emitamos ondas cerebrales, lentas y largas, casi lineales, es decir, que se encuentran cargadas de miedo, por lo que parece, que no son seres que les interese el amor, la armonía y la paz, porque siempre están manipulando la humanidad, para que se odie así misma y odiándose, produzca sangre y crueldad, sin permitir que seamos autodestruidos.
El autor G. Atienza escribió un libro llamado “La gran manipulación cósmica” y nos dice, que existen seres extraterrestres que nos cultivan como en una granja humana y servimos de alimento, comida, subsistencia y de energía a entidades, que sin saberlo nosotros racionalmente, están ahí y nos manipulan, porque se encuentran en dimensiones más altas que la nuestra y tienen la capacidad de hacerlo y hasta el derecho natural, dice el autor, de manipular y devorar seres de conciencia inferior. Pone el ejemplo, del pastor con sus ovejas o cabras, que empiezan a manifestar su deseo de libertad e independencia y se niegan a obedecer las órdenes; que nuestros guardianes son perros y se hace la pregunta: ¿comprenderían acaso, aquellos seres, el derecho que tenemos, de elegir el momento, la circunstancia y el lugar de nuestra propia evolución, a un estado superior de conciencia?, ¿cómo salirse de la red de bajas vibraciones, a la cual, estas entidades nos han sometido? y dice, que para lograr esto, debemos cambiar nuestra frecuencia vibracional del miedo y la ansiedad que nos convierte en generadores de bajas vibraciones, lo que constituye alimento energético para estos seres. A estos seres, les interesa las ondas gamma, que oscilan más allá de los 20 hertzios y las producimos cuando estamos sometidos a situaciones de pánico y ansiedad y, por lo tanto, afirma este autor, que los dioses de la antigüedad no son mitos, sino entidades extraterrestres, que han manipulado y se han alimentado de la humanidad desde siempre.
Desde aquí me voy a fundamentar en el libro de John Henry Builes “Historia primitiva de la humanidad” y con este autor, considero que no hay razones suficientes para considerar que Enlil o el mismo Enki, son el dios Yahveh del Antiguo Testamento, que se están escondiendo tras una figura divina.
Es posible que según el investigador George Smith, el autor sagrado del Libro del Génesis, pudo tomar como fuente el escrito asirio del Enuma Elish, como lo han hecho otros autores bíblicos, con otras fuentes parecidas, sin llegar a pensar con esto, que el texto del Génesis ya es una falsedad o que no tiene inspiración divina, y en esto me parece que no existe ninguna dificultad. El que exista un texto más antiguo que la Biblia, no pone en peligro la inspiración divina.


Llegar a pensar que Enki y Enlil crearon al ser humano a través de ingeniería genética, es algo que no corresponde con las ideas presentadas por John Henry en sus libros, pues el argumento que este autor presenta, me parece mucho más convincente, que el que ya hemos descrito en este artículo.
Según las ideas implícitas de John Henry Builes, tanto Enki como Enlil, no son más que seres de la Primera Tierra, que todavía tenían los dones naturales a plenitud, los preternaturales y aún los sobrenaturales y como lo dice John Henry, les gustaba hacerse pasar por dioses ante seres inferiores, pero como estos, existían muchos y en varias civilizaciones. Es sabido que, con su gran tecnología, sabían mucho de ingeniería genética y hacían constantemente experimentos con animales y seres humanos, haciendo modificaciones genéticas y produciendo seres que la naturaleza no generaba en sus procesos naturales, pero jamás se puede afirmar que estos seres llegaron a crear al ser humano, pues estos seres son humanos y creados directamente por Dios en el proceso que describe John Henry en su libro “Historia primitiva de la humanidad”.
Es innegable que el dios Yahveh del Antiguo Testamento, aparezca como un ser sanguinario y cruel con el ser humano y son muchos los pasajes bíblicos donde podemos constatar esta realidad, pero también es cierto y evidente, que muchas personas han estudiado estos textos exhaustivamente y con un alto grado de profesionalismo, aprendiendo las lenguas en las que fueron escritos estos textos.
Según estos estudiosos bíblicos, lo primero que tenemos que decir, es que son textos que no pueden ser leídos literalmente, como pretenden muchos, tratando de explicar una idea preconcebida en su cabeza.
Todos estos textos fueron escritos por escuelas teológicas del Israel antiguo, que tenían no una intencionalidad histórica, pero sí una intencionalidad teológica; esto implica que en primer lugar hay que hacer una exégesis y un estudio histórico crítico del texto, para luego hacer una buena hermenéutica y extractar el mensaje teológico del texto; en otro sentido, podríamos hacernos la pregunta: ¿qué nos quiere decir Dios, a través de estas palabras humanas que se encuentran en el texto?
Teniendo esto en cuenta, no se puede desconocer la cultura y recordar que el autor sagrado tiene una idiosincrasia propia de la región, donde es oriundo. Estos son textos evidentemente antiguos, los del Antiguo Testamento y el más antiguo parece ser un trozo del libro de Samuel que pudo haber sido escrito mil años antes de Jesucristo, otros textos 500 años, otros 300 años, otros 100 años y así sucesivamente.
Las personas que escribieron estos textos, hablaban de acuerdo con su pensamiento y con lo que vivían. En la antigüedad, la historia nos evidencia, que los seres humanos estaban acostumbrados a vivir en las crueldades, es solo mirar a los asirios, como acostumbraban a despellejar vivas a las personas; es recordar que a uno de los Isaías lo aserraron por la mitad o que para los antiguos era natural arrojar niños pequeños al fuego en sacrificio a los dioses y no solamente al Dios del Antiguo Testamento; las crueldades eran innumerables y hoy se nos hace muy difícil entender esta forma de proceder porque indudablemente la humanidad ha avanzado en el respeto y la dignidad de la persona.
En el mismo evangelio podemos notar esta crueldad, con la muerte de los niños menores de dos años en Israel, y el mismo Jesús en los ejemplos que pone en sus parábolas habla en estos términos cuando les dice a los apóstoles: “¿Que hará el Señor con estos malos administradores?” responden los apóstoles “Los hará morir de mala muerte”. No es extraño pensar, que los escritores sagrados, para transmitir un mensaje teológico puedan llegar a afirmar cosas que son inconcebibles en un Dios bueno y misericordioso… “que se queme viva la hija de un sacerdote que se prostituye”… Pero en los evangelios el lenguaje es diferente: “Mujer quién te condena, nadie Señor, responde Jesús, yo tampoco te condeno, vete en paz y no peques más” (Jn 8,11).
El Jesús misericordioso del Nuevo Testamento, es la prueba de que el Dios del Antiguo Testamento, no es un Dios cruel e inhumano, y si aparece cruel, es porque son formas de hablar de los hagiógrafos sagrados. Jesús continuamente recitaba el Antiguo Testamento, leía los Salmos, leyó un trozo del profeta Isaías y dijo que no había venido a abolir la ley, sino a darle cumplimiento, por lo que podemos decir, que el mismo Jesús es quien da validez al Antiguo Testamento.
Cuando algunos autores quieren utilizar el plural “hagamos” que se encuentra en el Antiguo Testamento y aplicárselo a los dioses anunnakis, es un error, porque Jesucristo vino a revelar un Dios trino, que también se hace presente en el Antiguo Testamento “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26), de modo, que el Padre de Jesucristo se encuentra en el Antiguo Testamento y puede ser identificado con Yahveh, que es un Padre bueno y misericordioso, pues Jesús se refirió a Él con un diminutivo: “Papaito” “papacito” Abba, eso es lo que significa esta palabra.
La Biblia es un libro que recoge culturas y costumbres, tanto sociales como religiosas de los pueblos antiguos y no hay fundamento sustentable que nos pueda llevar a afirmar que los dioses anunnki se estaban escondiendo bajo el velo divino de Yahvé; no hay ningún argumento sólido y sostenible, que nos pueda llevar a afirmar que Enlil o que Enki sean el padre de Jesucristo y basados en la Sagrada Escritura, no se puede afirmar que los extraterrestres tengan a la humanidad como una granja humana, de la cual se alimentan energéticamente con el sufrimiento humano seres de otras dimensiones; este argumento no es del todo falso, pero no se puede inferir exclusivamente de la Sagrada Escritura.
Sí es posible, que a seres de la Primera Tierra -como los describe John Henry Builes y especialmente, los atlantes-, les gustaban los sacrificios humanos, exigían a otros pueblos los sacrificios humanos haciéndose pasar ellos por dioses y tenían una cierta forma de excitación ante la sangre, el dolor y el miedo humano, realidad que sigue estando presente en las personas que disfrutan con la sangre de las peleas reales de gladiadores, en la tortura y violación de seres humanos para luego vender las películas en los mercados negros, y en el salvajismo de tantos otros que con una motosierra o con armas parecidas, despedazan a otro ser humano, haciéndolo sufrir de forma indecible, derramando sangre a borbotones y causando pánico, terror y miedo.
Fuera de los seres humanos que vivimos en la superficie del planeta, es posible que sigan existiendo estos seres malvados que no conocemos y que se parecen más bien a los demonios, o que tienen tratos con ellos, para hacer sufrir a otros individuos de forma inhumana.
Evidencias existen, que en todas las culturas se ha hecho sufrir a los seres humanos, de manera que se les cause terror y pánico, expresiones más altas de miedo, de modo que produzcan vibraciones gamama, para alimentar energéticamente a seres de frecuencias vibracionales bajas. Pensar en esto, es pensar en los demonios, que quieren causar el mayor mal posible a todos los seres humanos, y si no fuera porque Dios no lo permite, ya estos seres, hubieran agarrado a todos los seres humanos, para torturarlos y hacerlos padecer lo indecible.
En conclusión y fundamentado en el libro de John Henry Builes puedo decir, que muchos de los habitantes de la Primera Tierra, pueden ser seres superiores a nosotros por la falta de hibridación y muchos pueden tener el corazón inclinado al bien, como existe la posibilidad que muchos quieran hacer daño a la humanidad y obtener beneficios egoístas.
Es evidente que en casi todas las culturas de la Tierra existían sacrificios humanos o de animales, que implicaban un derramamiento de sangre abundante y profuso, e infligir en la victima terror, miedo y pánico para generar ondas gamma de vibraciones bajas para alimentar seres de otras dimensiones.
Estas prácticas todavía siguen existiendo en rituales satánicos y no cabe duda que los demonios se complacen con este tipo de sacrificios macabros y se alimentan del dolor de las víctimas, y del pecado y la sevicia de los victimarios, y muchos seres identificados con demonios actúan como tales, con su misma maldad.
De modo que Enlil y Enki, no son más que habitantes de la Primera Tierra que se pueden hacer pasar por dioses, entre muchos otros seres de la Primera Tierra. No se puede negar que la Biblia recoge algunas de estas cosas que se vivían en la Primera Tierra, como los gigantes, y algunos textos hablan de los alienígenas, las malas traducciones dicen “extranjeros” y la posibilidad que muchos escritores sagrados se encontraron frente a tecnología que no sabían describir y lo hicieron como mejor pudieron, y el libro de Ezequiel puede ser una prueba de esto; pero aunque esto exista, no significa que la Biblia haya sido manipulada por entidades extraterrestres y por fuerzas oscuras contradiciendo la voluntad divina.
Queda evidenciado en el Nuevo Testamento, que Jesús es un ser bueno, y aún una persona sencilla con un buen corazón y abierto a la verdad puede llegar a intuir que el texto lo revela como Dios; muchos expertos han estudiado los evangelios y han afirmado que son textos que responden a intenciones teológicas, y que han presentado la figura de Jesús con objetividad, aunque cada evangelio con un tiente un rasgo especifico de Jesús. Los cuatro evangelios que fueron escritos en épocas diferentes, en comunidades diferentes y por personas diferentes, dan prueba de que son textos fiables y que tratan de ceñirse a la persona de Jesús, sin incluir aquí los escritos gnósticos, que son mucho más tardíos.
Jesús, que es un ser bueno, nunca desconoció, descalificó ni desautorizó el Antiguo Testamento, al contrario, en muchas ocasiones hizo referencia a él y sus personajes. Él mismo corrigió cosas del Antiguo Testamento cuando dice: “Eso lo hizo Moisés por lo duros de corazón que eran vuestros padres, pero ya no será así”.
El mismo Jesús, es un argumento que contradice la teoría de querer pensar que detrás de la divinidad Yahveh, se escondían seres extraterrestres como Enli y Enlil y aunque es verdad la crueldad con la que aparece representado el Dios Yahvé, esto responde más bien a la idiosincrasia de esos pueblos de la antigüedad que destacaban por ser bastante crueles y los autores sagrados inmersos en esta cosmovisión escriben sus textos en los mismos términos en los que vivían, pero a pesar de esto, se puede encontrar el mensaje teológico del texto que se encuentra detrás y que corresponde a la voluntad divina. Dios escribe a través de instrumentos humanos, en palabras humanas y con costumbres humanas. Esos pueblos no tienen el grado de evolución moral que hoy tenemos los seres humanos, pues hoy se respetan el derecho de las personas y se le reconoce al ser humano una dignidad que debe ser respetada.

En conclusión, el Dios del Antiguo Testamento es el mismo Dios de Jesucristo, que es un Dios bueno y misericordioso y ni Enki ni Enlil son los padres de Jesús, a quien Él tantas veces hizo referencia.

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