El libro nos dice
que Adán fue creado en la justicia original por lo que tenía a plenitud los dones
naturales, preternaturales y sobrenaturales, que hacían que el hombre se
encontrara en un estado de alegría natural y fuera del sufrimiento.
Con el pecado de
hibridación de Adán su capacidad de ser cocreador con Dios se desfiguró y
pierde sustancialmente su ingenio para el engrandecimiento de la obra de Dios y
fuera de todo esto, el germen de la corrupción entró en el mundo espiritual con
la rebeldía de los seres espirituales y éstos a su vez tentaron al hombre y lo llevaron a la rebeldía y con el hombre entró el germen de la corrupción en el mundo material; de modo que si esto no hubiera sucedido, el hombre hubiera tenido la posibilidad de construir un mundo más hermoso, más armónico y con mayor equilibrio.
El hombre y la
mujer se encontrarían en un estado de inocencia original y el mal no existiría
en el mundo; el demonio se encontraría encerrado en sus propias cárceles, pues
al no haber pecado en el hombre, no tendría ninguna posibilidad de hacer mal ni
en el hombre ni en la creación material.
Se hubiera creado
una sociedad tan numerosa que ya se hubiera producido el poblamiento de otros
planetas, por los adelantos tecnológicos, viviríamos en una sociedad del amor
donde la ciencia y la humanidad irían de la mano.
Dios ha permitido
el pecado y nos lleva a un mundo mejor y posible del que existe; la población
de otros mundos se dará en un futuro lejano, cuando el hombre recupere su
estado de inocencia original y de pureza espiritual; podremos ver mundos
hermosos y maravillosos, que todavía no nos alcanzamos a imaginar.
Si el hombre quiere
llegar a este punto de plenitud siempre debe ser obediente a Dios,
manteniéndose y buscando el nivel de armonía
para el que fue creado.
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